¿Los buenos empleos son cosa del pasado?

 

Tan sólo en 10 años, el outsourcing creció 48 %, y de los 29 millones de empleados al cierre del estudio generado por el Inegi en 2014, el 17 % de ellos estaba bajo este régimen de subcontratación


GIOVANNA FRANZONI

 

Fueron varias veces las que vi a alguno de mis compañeros de trabajo pasar un trago muy amargo en la editorial donde chambeaba. Todos con algo en común: un sueldo bajísimo cotizando en el IMSS, cero antigüedad con la empresa, un despido de buenas a primeras o un accidente inesperado. Después de eso les iba bien si lograban cobrar un poco más de media quincena de liquidación o pasaban un mes haciendo home office para poder solventar su incapacidad. Historias de terror reales, patrocinadas por el outsourcing.

Ese método de subcontratación que comenzó a implementarse en los años ochenta en México ha generado una crisis laboral en donde los empleados somos los más afectados, y del que no es posible escapar.

Tan sólo en 10 años, el outsourcing creció 48 %, y de los 29 millones de empleados al cierre del estudio generado por el Inegi en 2014, el 17 % de ellos estaba bajo este régimen de subcontratación.

Tal como lo predijo ese estudio, cada vez son más las empresas que buscan deslindarse de las responsabilidades laborales hacia sus empleados. Tanto, que durante los cinco años que llevo dentro del mundo profesional, todas las ofertas que he recibido y los lugares en los que he trabajado se manejan bajo este esquema. Nunca he tenido un empleo de esos que tenían “prestaciones superiores a la ley”, que cuentan que existían en el pasado.

Pero si bien parece que los millennials estamos condenados a este tipo de subcontratación, que ha debilitado las condiciones laborales de nuestro país, vale la pena entender a la perfección cuáles son sus efectos y qué podemos hacer para protegernos.

¿Qué es y cómo llegó?

Outsourcing es una palabra que se utiliza desde los años 80, tiene su origen en Inglaterra y se usa con el propósito de definir la obtención de recurso humano de una fuente externa. En un principio, este tipo de esquema le servía a las empresas para contratar personal en puestos en donde había mucha rotación o consistían en labores secundarias para la misma, como los servicios de limpieza o seguridad. Esto les permitía ahorrar tiempo de reclutamiento y los ayudaba a nivelar su producción de manera eficaz.

El problema fue que luego de que a finales de los 90 comenzara a introducirse de manera formal el outsourcing en México, surgieron muchas empresas “patito” dedicadas a la subcontratación que, a falta de un marco regulatorio, evadían millones de impuestos, afectando así las prestaciones de ley de miles de trabajadores.

El outsourcing entonces se convirtió en nuestro país en un esquema peligroso, pues al ser parte de una empresa, pero brindar servicios a un tercero y no estar respaldado por la ley, se convirtió en la fórmula perfecta para que muchas compañías mantuvieran mano de obra barata y fraudulenta.

En 2012 las reglas cambiaron. Hubo una reforma en la Ley General del Trabajo con el fin de amparar los derechos de quienes trabajan por medio de subcontratación, lo que generó que tanto el IMSS como el SAT comenzaran un proceso de fidelización de outsourcings que en realidad no sirvió de mucho:

Un estudio generado en 2016 por la consultora Staffing Industry Analysts arrojó que de las aproximadamente 900 empresas que ofrecen este servicio en el país, únicamente 100 cuentan con registro ante el IMSS y sólo 40 de ellas pagan impuestos. Esto demuestra que, si bien la modificación legislativa fue un paso importante, la subcontratación está lejos de funcionar por completo en un esquema de legalidad.

Para pensarlo dos veces

La primera desventaja es que al ser parte de una empresa externa, será imposible generar antigüedad en el lugar donde labores. Esto afecta directamente tu liquidación en caso de ser despedido pues, sin importar si llevas trabajando diez años en el mismo lugar, no perteneces a su nómina y por ende no existes dentro de su relación de empleados.

Además, es el outsourcing el encargado de tus prestaciones y no es responsabilidad de la empresa brindarte ese, o cualquier tipo de bonificación. En algunas ocasiones, los porcentajes del sueldo y de las prestaciones que da el outsourcing no son equitativos a los de la empresa. Esto es uno entre muchos factores que afectan al ambiente laboral, y probablemente también lo harán con tu desempeño en el trabajo.

Otro foco rojo que hay que monitorear constantemente es el sueldo y la antigüedad con la que te encuentras cotizando en el IMSS, pues es común que te den de alta con un sueldo mucho más bajo del que percibes o te den de alta bajo el nombre de varias empresas con sueldos mínimos. Esto te va afectar increíblemente si sufres un accidente, quieres un crédito del Infonavit o tienes la esperanza de que cuando seas viejito cobres tu Afore.

El IMSS cuenta con la información de cada uno de los empleados dados de alta en su página web, así que si vas a entrar a trabajar por outsourcing asegúrate de darte una vuelta por el sitio de vez en cuando para corroborar que tu sueldo sea el correcto y confirmar que estás en su base de datos –en otras palabras, que si sigues generando antigüedad dentro del Seguro Social.

¿Y tu salud emocional?

Ahora hablemos de tu estabilidad emocional, esa que sirve para desarrollarte dentro de todos los ámbitos de tu vida, incluso en el laboral: de acuerdo con un estudio publicado por el National Institute of Health en Estados Unidos, de los empleados que trabajan por outsourcing que evaluaron, 54 % sufría depresión, ansiedad e insomnio; problemas emocionales que se relacionan con las condiciones laborales, la falta de pertenencia a la empresa y el impedimento para crecer profesionalmente debido a este esquema.

Si bien la muestra del estudio no fue tomada en México, tanto mi experiencia personal como la de mis amigos cercanos respaldan esas cifras, pues pedir un aumento, hacer que respeten tus horarios de trabajo, te paguen las horas extra o simplemente te traten de manera profesional, resulta complicado cuando tu empleador (en este caso el outsourcing) no está en el mismo ambiente laboral que el tuyo.

Legislación insuficiente

En 2012 el presidente en turno, Felipe Calderón, dio a conocer una reforma a la Ley Federal del Trabajo en su artículo 15, con lo que prometía garantizar los derechos de los trabajadores y regular las outsourcings que los contrataban.

Los cambios que se hicieron en la ley obligan ahora a las empresas a justificar la subcontratación, a no tener la totalidad de sus empleados bajo este esquema y les prohíbe exigir el mismo grado de tareas o de responsabilidad laboral a quienes se encuentren contratados por un tercero.

Sin embargo, esto únicamente provocó que aumentara la cantidad de empresas que contratan a subempleados bajo una reforma en la ley que no profundizaba en los derechos de los trabajadores, sus prestaciones o su desarrollo laboral, y mediante una regulación que más bien fungió como una reforma con qué darle una pauta a las empresas de cómo contratar a través del outsourcing.

Lo que resulta preocupante es que se calcula que se otorgan más de un millón de empleos al año bajo este tipo de contratación y nosotros, los afectados, no hemos hecho  nada.

Porque así como pasa cuando salimos a las calles a marchar por nuestros desaparecidos, la equidad de género o los derechos de las comunidades LGBT, también deberíamos hacerlo para que quienes han trabajado o trabajan en outsourcing tengan los mismos derechos laborales que todos, pues cada vez somos más lo que estamos en este esquema.