Qué hacer si tu jefe no te deja renunciar

 

Ninguna empresa tiene derecho a retener a un empleado en contra de su voluntad


Daniela trabaja desde hace un año y seis meses dentro de un importante medio digital de comunicación. Aunque desde hace meses pensaba en renunciar, el miedo al desempleo y el compromiso por no abandonar un proyecto en pleno periodo electoral la ayudaron a permanecer, a pesar del hartazgo.

Su consuelo era pensar que las elecciones estaban cerca, que podría pedir vacaciones, y el creer que su empresa la apoyaría cuando al fin llegara el día de cerrar el ciclo, pero no fue así.

Cuando, por ayuda de una amiga, consiguió una oferta laboral que le ayudaría a crecer profesionalmente, tomó la decisión de abandonar sus miedos y hablar con su jefe directo para comunicarle su renuncia.

La emoción por iniciar un nuevo proyecto, poco a poco se transformó en frustración, al notar que el medio de comunicación para el que trabajaba no le permitiría renunciar.

“Tenía en la cabeza la escena típica donde entras a la oficina, avientas el café y dices ‘desgraciados, los odio a todos; me voy a ser feliz lejos de aquí’; sin embargo, algo muy dentro de mí decía que no me darían carta de recomendación”, cuenta en entrevista para CAPITAL MEDIA “Daniela”, quien pidió usar ese nombre ficticio por miedo a represalias.

Desde el día que decidí anunciar mi salida de la empresa, perseguí a mi jefe con mensajes telefónicos para acordar una reunión, pero él siempre tenía otras cosas qué hacer”, explica Daniela. “Esperé el fin de semana y el lunes me tomó por sorpresa. Apresurado, preguntó que qué era lo que necesitaba. Lo llevé a una sala de juntas y primero reí; sentí nervios, como cuando quieres cortar con alguien: ‘No son ustedes, soy yo la que tiene que crecer en otro lado'”.

El principio de la pesadilla

A Daniela en verdad le entusiasmaba la idea cambiar de trabajo, y también sabía que no quería terminar de mala forma su relación laboral con la empresa actual, por eso es que cumplió con avisar su decisión con dos semanas de anticipación; ella lo platicó con su jefe, a la espera de que él la comprendiera.

“Su shock y mis nervios no nos llevaron a un buen acuerdo”, cuenta decepcionada. “La reunión duró cuatro minutos, pero en ningún momento hubo un ‘no’ de por medio. Cuando me acerqué a Recursos Humanos, la situación fue más cómoda. Ellos me solicitaron un correo con motivos y la fecha en que concluiría mis servicios aquí… en este momento comenzó la pesadilla”.

Daniela cuenta que cumplió con el requisito que le solicitaron en el departamento de Recursos Humanos y en el correo electrónico que envió, estableció que su último día laboral sería 15 días después de su notificación, para poder terminar con sus pendientes laborales.

Esta acción fue más por cortesía y muestra de agradecimiento hacia su empresa, ya que, de acuerdo con Jorge Molina, asesor de la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet), “usted puede renunciar cuando quiera, se trata de una renuncia voluntaria y la puede hacer por escrito y presentar el documento a Recursos Humanos”. Así lo explicó en entrevista para El Financiero, y también aclaró que, por ser una renuncia voluntaria, no debe haber mayor problema, y la empresa debe cumplir, por obligación, con el pago del finiquito.

Maximiliano García Aguilar, director de Asesoría y Vinculación de la Profedet, contó a medios especializados que el finiquito “supone los salarios y prestaciones que se le adeuden al trabajador, como los días trabajados del mes, la proporción del aguinaldo que le corresponda, vacaciones, etcétera”, y este dinero debe ser entregado después de la renuncia del trabajador, sin exceder el tiempo de la espera a más de un año.

Amenazas e intentos de amedrentar a los empleados

Dos horas después de enviar el correo electrónico, en el que explicaba las razones de su renuncia, Daniela obtuvo respuesta de su jefe.

“En resumen, lo que me dijo fue: te vas hasta que yo consiga a otra persona, tú la capacites y sepa hacer todas tus funciones. Y para esto, no hay fecha”. A pesar de estar acompañados por personal de Recursos Humanos, su jefe intentó amedrentarla.

“Mi jefe amenazó con cerrarme las puertas de la empresa y las de él como patrón; incluso, cuestionó mi ética profesional”. La situación provocó que un mar de dudas inundaran a Daniela, y llegara a pensar en tener que quedarse, contra su voluntad, en ese trabajo del que buscaba salir.

¿Pueden obligarme a quedarme? ¿Me están reteniendo? ¿Si ya no me presento lo tomarán como abandono de labores? ¿Y si no me dan mi finiquito?”, se cuestionaba con temor.

Asesoría legal

Antes de aceptar las condiciones que le pretendía imponer su empresa, Daniela decidió pedir asesoría de un abogado, quien le dio importantes lecciones para que una renuncia voluntaria no se convierta en una pesadilla.

“La primera lección fue: un correo no es válido legalmente; todo se deja por escrito, firmado con tinta azul”. Daniela también aprendió que la ley estaba de su lado.

“Nadie puede obligarnos a trabajar donde ya no queremos estar; todo es un trámite y debe llevar seriedad. La empresa debe pagarte finiquito, pues es parte de tus derechos como trabajador”, cuenta Daniela, con más tranquilidad al saber que en pocos días dejará esa empresa y podrá comenzar un nuevo ciclo en un lugar que le emociona, sin remordimientos al tener la certeza que da el hacer todo conforme a la Ley Federal del Trabajo.

El abogado que la asesoró también le recomendó que, en caso de que el jefe o Recursos Humanos se nieguen a aceptar la renuncia, se puede hacer uso de la tecnología para grabar el audio de las conversaciones; de esta forma, existen pruebas de posibles amenazas o intentos de amedrentar a los empleados.

La Ley Federal del Trabajo no establece un plazo mínimo para que un empleado notifique a su empresa sobre la fecha de su renuncia. Además, ninguna empresa puede obligar a una persona a seguir laborando en un lugar que ya no desea.

Si estás en una situación similar a la de Daniela, la Profedet puede brindar asesoría gratuita.

Sólo es necesario llamar al teléfono 01 800 911 78 77, o enviar un correo en el que expongas tu caso a la dirección [email protected]; en ambas opciones, un asesor responderá tus dudas y te ayudará a tener un final de ciclo libre de obstáculos que, además, están fuera de la ley.

ODT