El plan para unir ciudades con vías ciclistas

 

Alejandro recorrió Europa por 7 años en bicicleta. En su regreso a México vio que la cultura ciclista se abría camino, y por ello busca rescatar vías


AUTOR DEL TEXTO ORIGINAL EN REVISTA CAMBIO: ABIGAIL GÓMEZ

Alejandro Echeverría volvió a la Ciudad de México después de vivir siete años en Europa y encontró que ocurrían cosas interesantes. Una de ellas, que llamó con fuerza su atención, fue el despertar de la cultura ciclista, algo que apenas iniciaba cuando dejó su país, sin embargo, hoy es todo un movimiento que lo apasiona y lo sorprende.

“Al llegar me maravillé de ver lo que estaba pasando, no sólo en la Ciudad de México sino en ciudades como Puebla, Guadalajara y Querétaro. Yo soy ciclista y en Europa hay muchas opciones para moverse en este medio; para mí fue increíble regresar y darme cuenta de que aquí la bici estaba intentando abrirse camino. Al poco tiempo de volver empecé a salir a la ciudad en la bici, a rodar con amigos, a ir a eventos y al meterme cada vez más en este mundo me di cuenta de que a nivel rural y periurbano la gente también está usando la bici como medio de transporte, pero no existe la infraestructura para que lo hagan de forma segura”, nos cuenta este joven urbanista.

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Fue así que en la mente de Alejandro comenzó a gestarse la idea de un proyecto que cubriera las necesidades de una comunidad que existe, aunque ha pasado desapercibida. Su visión de dos mundos, de dos panoramas distintos, le permitió identificar un área de oportunidad en cuestión de movilidad ciclista que otros no habían visto y pensó que era hora de traer lo mejor de los modelos europeos a México: así nació Trasos, una iniciativa que busca rescatar vías secundarias con el propósito de  circular fuera de la cuidad en espacios rurales.

“Cuando viví en el Reino Unido una de las cosas que más disfruté fue el tema de la movilidad. Allá la movilidad es casi un derecho, y a nivel ciudad se están haciendo muchas cosas por mejorar las condiciones para el ciclista y los peatones. Hay una gran cantidad de movimientos en torno a este tema”, dice emocionado. “Algo que me sorprendió mucho fue descubrir la movilidad fuera de la ciudad. Había rutas muy bien hechas que te permitían ir del pueblo A al pueblo B de forma muy fácil. Existe toda una red de rutas de movilidad ciclista con las que puedes ir de Londres a París, de París a Berlín, de Berlín a Budapest y todo lo puedes hacer en tu bicicleta. Cuando regresé y vi que había una revolución tanto del rescate de la ciudad como del movimiento ciclista me emocionó la idea de poder aportar algo”, asegura.

Inicia la aventura

Con un equipo de cuatro personas, que incluye arquitectos, diseñadores y urbanistas, Alejandro inició la materialización de su sueño con la firme idea de que el objetivo principal era tratar de replicar modelos que ya existían en otras partes del mundo, como Europa o Estados Unidos. Fue así que pusieron manos a la obra y comenzaron a planear el diseño de la primera ruta interurbana ciclista en México.

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Si bien ya existen algunas iniciativas para fomentar el ciclismo turístico, este urbanista cuenta que tanto municipios como gobiernos estatales no han contemplado una iniciativa con la finalidad de empezar a conectar poblados rurales por medio de infraestructura ciclista. “Nuestro plan es atender tres mercados: el ciclista recreativo, el competitivo o de largo alcance y el local. Este último es el que consideramos más importante pues es quien día a día usa la bici como medio de transporte en áreas rurales y en los cinturones urbanos”.

Para lograr mejores resultados, el equipo de Trasos buscó aliarse con organizaciones europeas que pudieran guiarlos en su camino; entonces se acercaron a Sustrans y a Eurovelo, ambas líderes en proyectos de movilidad sustentable en Europa.

Baches en el camino

La idea de replicar los modelos europeos que Alejandro tanto había disfrutado durante su estancia en esa parte del mundo lo ilusionaba, pero siempre supo que habría muchos retos que enfrentar debido a las grandes diferencias tanto socioeconómicas como de infraestructura que existen entre ambas regiones.

Tal como comenta este emprendedor, la implementación de una ruta interurbana en México supone no sólo proporcionar la infraestructura adecuada sino considerar una serie de factores que en Europa no representan un problema. “Los manuales nos decían que cada 20 km debe haber un medio de transporte, algo que allá es referencia a una parada de tren pero aquí no tenemos trenes, por lo que se deben buscar alternativas como bases de taxi o de camiones. Los manuales también sugieren que la altura máxima por donde pasen las rutas debe ser de 1 200 metros,  de lo contrario se trata de una ruta de alto rendimiento; aquí en México vivimos entre montañas y es casi imposible que las rutas no superen esas alturas. Por último, y uno de los obstáculos más importantes a vencer, es la inseguridad. Los manuales europeos ni siquiera contemplan este factor porque allá no existe ese riesgo pero aquí es vital garantizar la seguridad de los ciclistas si queremos que usen las rutas”.

Mucho más que una ruta

Cuando el equipo de Trasos presenta el proyecto a empresarios, gente de los ayuntamientos; a delegaciones o al gobierno estatal, siempre se topa con el mismo conflicto: la mayoría no entiende bien cuál es el propósito del proyecto. A Alejandro le  preguntan si es una ruta de peaje, si es una ciclovía o si es un tour de bicicletas, y él tiene que explicarles que en realidad es un poco de todas. La primera ruta contempla una red de 184 km en vías secundarias que conecten a la Ciudad de México con Valle de Bravo, aunque su visión de urbanista le permite ver mucho más allá de un simple camino para ciclistas.

“Lo que nosotros queremos no es generar una ruta que conecte lugares sino que conecte gente. Las vías secundarias que queremos usar pasan por distintos poblados que tienen su propio encanto y que están apartados de las rutas turísticas habituales para el carro. Nuestra intención es que los ciclistas usen esas vías bajo el supuesto de que esto va a generar desarrollo económico a nivel local a través del turismo. El objetivo es que al ver los beneficios las comunidades hagan suya la vía y entonces se vuelve un proyecto autosustentable porque los mismos pobladores serían los encargados de mantener en buen estado el pedazo de ruta que pase por ahí”, comenta entusiasmado.

En México, la inexistencia de estas rutas supone un problema de seguridad para los ciclistas interurbanos debido a que estos utilizan como ruta los acotamientos de las carreteras y eso es un riesgo tanto para ellos como para los autos, además de ser un antecedente de malas prácticas ciclistas.

En la mente de Alejandro esto es sólo el comienzo, él sueña con crear más rutas y que con la bici puedas ir a donde tus piernas y tu mente te lleven. De materializarse, Trasos sería una oportunidad para vivir México de una forma diferente.

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