La procesión de catrinas en la CDMX

 

Partió del Ángel de la Independencia con destino a Bellas Artes


Almas fúnebres caminaban en la gran urbe. Eran, decían, representantes de los fallecidos por los sismos del pasado septiembre.

Las catrinas vestían faldas típicas, se dibujaban rostros enigmáticos y folclóricos. Mujeres que desfilaban desde lo tradicional hasta lo exótico.

“Algo original, parte de mi personalidad”, decía Julieta, como rindiendo tributo a su épico nombre, con escote y falda corta pero con el rostro pintado de blano, contrastando así su provocativa vestimenta.

La Mega Procesión de Catrinas partió del Ángel de la Independencia poco antes de las 19:00 horas. Eran cientos, tal vez miles, los que sacaron sus mejores atuendos para la ocasión.

Según la compañía Mega Body Paint México, 200 maquillistas profesionales participaron en la caracterización de los asistentes.

Deambulaban en silencio sobre Paseo de la Reforma recordando a propios y ajenos.

“Nos pidieron que viniéramos en representación de todos los rescatistas sin color, sin escudo, solo con el escudo mexicano”.

“Es una forma un poquito más ‘light’ de tomar las cosas por los hechos pasados, es en conmemoración”, confirmaba Rubén, quien montaba una motocicleta y el uniforme de paramédico que usa a diario.

Pero el silencio terminó pronto, pues fue roto por miembros de la compañía de danza folclórica Ehécatl quienes arribaron al “lúgubre” evento, al ritmo de música electrónica.

“Así es el mexicano, alegre, hasta en las malas”, defendía una de sus integrantes, escondida en un vestido blanco con decoro rosado y el contorno de sus ojos ensombrecidos.

Las jardineras de Reforma se pintaron de anaranjado, ese tono que solo la flor de cempasúchil puede mostrar.

Aunque la desorganización era evidente: curiosos y fotógrafos improvisados detenían la marcha fúnebre, no la de Chopin, sino la del artista plástico José Guadalupe Posada.

A las 20:15 horas la procesión no llegaba al Palacio de Bellas Artes, su Mictlán contemporáneo. No había prisa.

Los niños se tomaban fotos con un esqueleto danzante, con cascabeles en los tobillos.

Y aunque algunos asistieron sin el recuerdo de las víctimas del terremoto del 19 de septiembre, al final nadie o casi nadie incumplió con el único mandato popular: no vestir atuendos propios del Halloween norteamericano.

¿Qué opinas?

Te recomendamos leer:

Mercados buscarán piso parejo durante el Buen Fin

México, primer lugar en embarazos en adolescentes

FF