Confusión y robos en derrumbe de Lindavista

 

Un grupo de jóvenes con paliacates en la boca, saqueaban su vivienda en medio del caos


Mientras la señora “Magdalena”, gritaba “mi bebé, mi bebé, dónde está mi bebé”, minutos después del sismo del pasado 19 de septiembre, un grupo de jóvenes con paliacates en la boca, saqueaban su vivienda en medio del caos, la crisis y la desesperación que provocó el colapso del multifamiliar de Coquimbo 911, en la colonia Lindavista.

Recuerda que no podía dejar de llorar y gritar después de bajar de su automóvil y ver el edificio contiguo derrumbado. Lo único que en ese momento quería era localizar a su hija, de tan solo un año de edad, que se encontraba en su departamento al cuidado de una empleada.

En medio de la desesperación, un joven con la boca cubierta le preguntó, “¿en qué departamento está su bebé?”. Sin pensarlo, ella contestó “en el 201”. Eso bastó para que su vivienda fuera hurtada con toda tranquilidad mientras los cuerpos de emergencia de la delegación Gustavo A. Madero llegaban lentamente al lugar a rescatar a personas atrapadas bajo los escombros y despejar la apabullante zona siniestrada en el cruce con la calle Sierravista.

“¿De qué de queja señora?, yo perdí a mi madre en el edificio que se cayó”, le dijo un joven al escuchar los reclamos de “Magdalena”, quién volvió a perder el control al darse cuenta del robo de sus pertenencias cuando tuvo escasos 10 minutos para rescatar algunos bienes después de tres largos días de ocurrido el sismo.

En las primeras entrevistas que ofreció el delegado Víctor Hugo Lobo en medio de la emergencia, confirmó que sí hubo personas detenidas en la colonia Lindavista por supuestos actos de robo en minutos posteriores al sismo, pero no abundó en más detalles, ya que las labores en ese momento se concentraban en el rescate con vida de las personas atrapadas en el interior del inmueble colapsado.

Por esta razón, “Magdalena” no consideró importante hacer oficial su denuncia, pues perder parte de sus pertenencias no se comparaba en absoluto con la pérdida de vidas; sin embargo, externó su molestia por el abuso de personas que aprovecharon la tragedia para delinquir.

“El bambineto de mi bebé estaba en la sala, ¿cómo llegó ahí? En mi cajón tenía una bolsita con euros hasta atrás de mi ropa interior y ya no está”, repetía una y otra vez, molesta con la falta de organización de las autoridades que, a su parecer, no resguardaron la zona ni siquiera como una mera medida de seguridad para la multitud de vecinos que se concentraron en frente del derrumbe.

“Yo tardé más de cuatro horas para entrar a la zona y ver mi casa, o acercarme para ver a mi familia”, señaló su esposo, quien aseguró que tampoco encontró sus relojes.

“Tuvieron mucho tiempo para revisar nuestras pertenencias, porque tampoco están mis alhajas”, agregó “Magdalena”.

Ella y su esposo analizan no volver a vivir en aquel departamento con sus dos hijos adolescentes y su bebé, aunque las autoridades les garanticen que el inmueble se halla en condiciones de habitabilidad tras la reparación que prometieron realizar.

“Ya te dije que no vivas aquí, qué esperas para irte de Mexico”, le sugiere su hermano.

Uno de los habitantes del multifamiliar en Coquimbo, que logró salir del inmueble antes del colapso, comentó que también se percató de la presencia de los jóvenes. Pensó que traían el paliacate en la boca para ayudar en las labores de rescate, pero no era así.

Tras el sismo de magnitud 7.1 que sacudió al país y dejó severos daños en la Ciudad de México y otros lugares, se dejaron ver infinidad de muestras de solidaridad, desde aquellas que llevaban víveres y herramientas para los rescates, hasta manos acarreando los escombros. Pero también hubo robos durante la emergencia, como asaltos a automovilistas detenidos en el tráfico en la zona de Santa Fe.