El volcán de Colima es más peligroso que Don Goyo

 

Afirma científico del Instituto de Geofísica


Ante la reciente erupción del Volcán de Fuego de Colima, Hugo Delgado Granados, del Instituto de Geofísica, recomendó fortalecer las medidas de observación cercana para tener una idea completa de la evolución de la actividad eruptiva.

Delgado Granados, adscrito al Departamento de Vulcanología, recordó que el de Colima es el más activo del país y, en consecuencia, sus erupciones son recurrentes.

Tal condición es resultado de una combinación de varios factores geodinámicos. Justo en la región donde las placas de Rivera y de Cocos se introducen con diferente velocidad a la Placa Continental de Norteamérica, proyectada hasta la superficie, está el Volcán de Fuego.

De acuerdo con el científico, un volcán puede clasificarse en el rango peligro cuando hay probabilidades de erupción. Otra cosa es el riesgo relacionado con el impacto que las emisiones pueden tener sobre la población.

“Si se compara a éste con el Popocatépetl, Don Goyo, resulta más perjudicial el de Colima porque hace erupción con mayor frecuencia; el segundo, aunque se reactivó en 1994, tardó 70 años en hacerlo, después de su última erupción, en 1927.”

Desde esa perspectiva, comentó Delgado Granados, es más riesgoso el primero porque registra erupción cada siete años; aunque, obviamente, hay mayor peligro por una erupción del Popocatépetl debido a que a su alrededor habita más gente y hay más infraestructura.

De acuerdo con el investigador, los volcanes deben ser observados desde varios parámetros. Entre más se midan es mejor el diagnóstico de la actividad. Uno se relaciona con la sismicidad, otro con la deformación y uno más con la emisión de gases.

“El tipo de erupciones como las del Volcán de Fuego son recurrentes, pero la entrada de material dentro del edificio volcánico lleva una serie de señales que pueden percibirse por los sistemas de monitoreo con los que se observan cercanamente. Si el material ingresa en el edificio, obviamente se genera una serie de aquéllas, que a través de sismógrafos se pueden capturar. Una gran diversidad de señales se asocian con lo que el volcán está haciendo”, aseveró el investigador universitario.

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Eso mismo puede hacerse cuando el material entra al edificio volcánico y se deforma. Asimismo, si se miden los gases expulsados al exterior, con las tres líneas de evidencia, y otras más, se puede saber lo que está ocurriendo.

El experto insistió en que “una vez que se presentan los eventos eruptivos de los volcanes, como en Colima, hay riesgo. Ahora bien, para afrontarlo está el conocimiento de las características del fenómeno eruptivo, en particular lo que éste es capaz de hacer”.

Obviamente, puntualizó, hay peligros factibles de mitigar. Una medida es evacuar a las poblaciones más cercanas, acción que ya han hecho las autoridades de Protección Civil de Colima y de Jalisco. Sin embargo, en opinión de Delgado Granados, la recomendación principal es la observación permanente.

Recientemente, un grupo de especialistas de la UNAM estrechó la colaboración con sus colegas de la Universidad Autónoma de Colima para coadyuvar en las actividades de monitoreo y observación cercana. “Es importante hacer un diagnóstico de la evolución de la actividad eruptiva”, concluyó.

JCS