Lo difícil de ganar espacios y respeto

 

“Somos víctimas de acoso sexual desde pequeñas”


“Hoy sé que el acoso lo he vivido prácticamente toda mi vida, desde niña. Pero cuando empecé a sentirlo ya muy rudo, fue estudiando Derecho. Para empezar, estaba entre puro hombre como autoridad, no había maestras, sólo secretarias.

“A las compañeras y a mí nos veían como bichos raros, muy pocos profesores nos tomaban en serio; desde el principio teníamos que ganarnos el respeto, demostrar que no estábamos jugando”, narra Sandra, frente a un vaso con cerveza y un plato de cacahuates en la terraza de su casa. La mujer, que apenas rebasa los 40 años, recordó que su primer trabajo duró dos semanas y media, “hasta que uno de los socios se quiso pasar de listo”. El hombre la saludó de beso, pegando su cuerpo al de ella y finalizó el saludo con un toqueteo a sus senos frente a todos los compañeros, quienes bajaron la mirada y fingieron no haberse enterado.

Eso sucedió hace 24 años, pero el enojo y la humillación aún se reflejan en su semblante cuando lo cuenta. Lamenta no haber hecho “más que renunciar” al momento. Piensa que “seguramente eso le pasó a otras que no pudieron hacer lo mismo que yo, eso y no sé que otras cosas”.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016, en el trabajo, el tipo de violencia más frecuente es la discriminación, las agresiones sexuales y las de tipo emocional como las humillaciones, degradación e intimidación. Los agresores más frecuentes son los compañeros de trabajo, en 35.2 por ciento de las veces y el patrón o jefe, en 19.3.

Para Alejandra, una joven adulta, los moretones son una anécdota más y no considera que sus parejas sean violentas, sólo “un poco controladoras y de mucho carácter”. A su juicio, no ha sufrido maltratos en sus relaciones, aunque reconoce haber tenido discusiones “fuertes.

“No fue tanto como un golpe, me tomó muy fuerte del brazo y pues me dejó moretones. Estábamos muy alterados, empezamos a gritarnos. Él se puso muy serio, estaba muy enojado”, expresó en un tono de voz bajo, condescendiente, al recordar una de esas “discusiones”.

Ella es parte del 35.8 por ciento de víctimas –aunque no se asume como una– que presentó daños físicos.

La joven, menor de 30 años, tampoco cree haber sufrido acoso sexual. “Jamás ha pasado de que me miren de más o me digan cosas”.

Para ella, las palabras no son precisamente acoso. “Es cosa de ignorar o darles por su lado, depende de quién sea.

Porque no es lo mismo a que te lo griten en la calle a que te lo diga tu jefe, el profesor o uno de tus compañeros”.

Sobre acercamientos físicos dijo no tener experiencia. “Bueno, me acuerdo que en la escuela los niños nos intentaban dar nalgadas o besarnos, pero era más como un juego”.

Paola, con 16 años, todavía vive esos juegos. Le gustan los chicos pero no ha tenido novio, dice, con una sonrisa en los labios. Un niño de su salón intentó serlo durante la mitad del ciclo escolar pasado:

“Primero me seguía en la escuela y a la hora de la salida, luego me mandaba mensajes, pero muchos. Yo intentaba hablar con él y explicarle, pero se enojaba. Si había alguna fiesta se la pasaba intentando besarme, lo hizo como tres veces. Ya en la última sí lo empujé, todos vieron y dijeron que me pasé, pero la verdad ya me había cansado”.

De acuerdo con la encuesta, de las agresiones ocurridas en la escuela, 38.3 por ciento fueron de índole sexual; 34.1 psicoemocionales y 27.7 por ciento, físicas, siendo los principales agresores, según el Inegi, los compañeros, con 47.1 por ciento.

Paola quiere estudiar Economía, le gusta el futbol, hace pasteles y nunca usa faldas, vestidos o escotes si debe regresar sola a casa después de clases. “Sí, me fijo mucho en la ropa que voy a usar. No tengo un cuerpazo, pero aún así se me quedan viendo”, dice mientras le da sorbos a su vaso con té.

“Yo sé que me tengo que cuidar, y más si estoy sola”, dice. “Pues sí, no es lo mismo que camine sola a que me acompañen mis amigos. Así me respetan más”, comenta, con naturalidad. Para estas tres mujeres, la realidad ha sido la misma, sin importar el paso del tiempo, los datos, las denuncias o las circunstancias. Para ellas, ha sido parte de ser mujer.

La Endireh también señala que 34.3 por ciento de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual en los espacios públicos o comunitarios.