Monstruo de la actuación

 

Doug Jones da vida a las criaturas de Guillermo Del Toro


ROGELIO SEGOVIANO

A sus 57 años, el actor Doug Jones ha participado en más de 160 películas, series de televisión y anuncios comerciales, pero difícilmente alguien podría reconocerlo en la calle por su rostro o su voz, pues rara vez habla o muestra su verdadera cara frente a la cámara, pues se ha especializado en dar vida a monstruos, criaturas fantásticas y alienígenas.

Su más reciente trabajo en la pantalla grande, Doug Jones da vida a un hombre anfibio encontrado en el Amazonas y que es mantenido en cautiverio en un laboratorio secreto por científicos; se trata de La forma del agua — que este viernes llega a la cartelera en México—, la nueva película del reconocido cineasta tapatío Guillermo del Toro.

De hecho, desde que Del Toro llegó a Hollywood en 1997 para filmar Mimic, Doug Jones se convirtió en su actor fetiche para dar vida a los más alucinantes personajes que traía en la cabeza. Y en esta mancuerna creativa con Del Toro, además de La forma del agua, el actor de 1.92 metros de estatura ha sido un insecto mutante que vive en los túneles del Metro de Nueva York (Mimic), un vampiro que disemina gusanos por la boca (The strain) y una criatura espectral con ojos en las palmas de las manos (El laberinto del fauno)También ha interpretado a un hombre pez erudito (Hellboy y Hellboy II), un ángel de la muerte (Hellboy II), un descarnado y enrojecido fantasma de mujer (La cumbre escarlata) y, entre sus monstruos más icónicos, un caprichoso híbrido de ser humano, árbol y cabra (El laberinto del fauno).

“Hay un tipo de artista, muy escaso, que puede trabajar con varias capas de maquillaje y pesados trajes; que soportan muchas horas de trabajo prostético y mecanismos que zumban en los oídos. Y dentro de esa clasificación, hay un tipo de artista incluso más escaso, los que lo hacen bien y te cautivan con sus movimientos y expresiones. Doug es único, es alguien a quien de verdad puedes considerar buen actor”, dijo Del Toro al periódico The New York Times.

Originario de Indiana, Doug Jones fue el más pequeño de cuatro hermanos. En la universidad se enamoró de la pantomima y su primer empleo fue de mimo en un parque temático de su localidad. En 1985 se mudó a Los Ángeles para estudiar actuación y trabajar en el cine, pero aunque realizó decenas de audiciones nunca fue seleccionado para ninguna película, hasta que un amigo que filmaba un comercial le dijo que le faltaba un personaje: una momia bailarina. En ese momento su suerte cambió, porque luego siguió la caracterización de un marciano, un robot y hombre lobo. Y de los comerciales saltó a los videos musicales y de ahí al cine.

“La reputación que me gané fue de ser alguien alto, delgado, que se movía bien y podía usar muchas porquerías en el rostro sin quejarse al respecto, lo que no es común entre los actores”, comentó Jones en entrevista con la revista Entertaiment Weekly.