La soledad del poder

 

El discurso de Beltrones es un discurso que hay que leer entre líneas


El poder es un sitio donde uno siempre está solo y siempre hace frío. Un sitio al que no se puede llegar sin tener un gran corazón que se encienda y un enorme refrigerador para congelarlo.

Ahora ante las circunstancias en las que nos encontramos resulta inevitable observar desde la manifestación de unos empresarios al pie del Ángel de la Independencia, hasta el discurso con el que Manlio Fabio Beltrones renuncia a la presidencia del PRI. Y ayer los que están hartos de escuchar la forma en que las palabras se disfrazan para no decir lo que todos sabemos, se encontraron con una gran sorpresa.

Hay políticos que no tienen pasado y son todos aquellos a los que les preocupa más el mañana que el ayer.

Y en ese sentido, siempre me impresionó de Shimon Peres, ex presidente de Israel, su negativa a hablar del pasado. Y es que, él tenía 29 años cuando fue designado como director general del Ministerio de Defensa del Primer Ministro israelí David Ben- Gurión, y ahora a sus 92 años, Peres se sigue preocupando sólo por el futuro.

El discurso de Beltrones es un discurso que hay que leer entre líneas, con el cual se puso de manifiesto que existe alguien que levanta la mano para decir que ya no hay tela que pueda limpiar tanta porquería. Y que es necesario un programa de sanidad profunda y empezar por llamar basura a la basura.

De acuerdo con la perspectiva de nuestra norma política y de nuestra necesidad de tener un tlatoani, ayer desapareció un político. Pero de acuerdo a la óptica de las redes sociales, ayer empezó una campaña basada en el principio de hablar con palabras claras.

Y es que, no se trata de que a uno le guste o no, porque el comienzo de algo radica en asumir que para ser capaz de decir sí, primero hay que saber decir no. Y ayer a lo que se le dijo no, es al hecho de seguir explicando que la capacidad de aguante del pueblo mexicano no tiene límites, porque en realidad sí los tiene.

Y así como se rieron de las encuestas y hubo un delito de soberbia al dar por hecho que nunca cambia nada; por lo menos ahora hay alguien que al despedirse formalmente –y en política uno sólo sabe que está muerto hasta que está enterrado– hizo uso de la acepción por lo que actualmente sentimos.

En ese instante inevitablemente pensé en el Politécnico, en los maestros y en los empresarios. Y después consideré lo valientes que deben ser los gobernadores que en un momento en el que todos entendimos que al presentar su dimisión es porque ya la había consultado con el gran elector –el de la banda, el de la silla– se atrevieron a decirle: no te vayas.

Entonces ¿qué significa todo esto?

@antonio_navalon