Apología de la deflación

 

La deflación implica que con la misma cantidad de dinero se puedan comprar más bienes y servicios


Que haya deflación implica que, con la misma cantidad de dinero, a lo largo del tiempo, se puede comprar una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios, lo cual hace posible reducir el nivel de escasez que cada uno enfrenta y, por ello mismo, elevar el nivel de bienestar de cada quien, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se dispone, mismos que hay que comprar.

Vistas así las cosas, de las tres posibilidades con relación al poder adquisitivo del dinero, que lo preserve, que lo pierda (inflación), o que lo gane (deflación), es ésta la que conviene: que lo gane.

Sin embargo, no han faltado las críticas a la deflación, que puede definirse como una baja general, sostenida y dispareja de los precios, siendo esto último lo que más preocupa. Que sea dispareja quiere decir que no todos los precios bajan, ni al mismo tiempo, ni al mismo ritmo, por lo que la deflación (al igual que la inflación, pero en sentido contrario), genera ganadores y perdedores. Por ejemplo: si el precio al que vendo baja más y más rápido que mis costos de producción, pierdo. Por el contrario: si mis costos de producción bajan más y más rápido que mi precio, gano. Otro ejemplo: si mi salario (que es el precio del trabajo) baja menos y menos rápido que los precios de los bienes y servicios que compro, gano. Al contrario: si mi salario baja más y más rápido que los precios de los bienes y servicios que compro, pierdo.

Si la deflación implica que con la misma cantidad de dinero, a lo largo del tiempo, se compra una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios, ello supone, con relación a las remuneraciones del trabajo, una de tres: que las remuneraciones no bajen; que no bajen tanto como el resto de los precios; que aumenten. Lo ideal es esto último. Habiendo deflación, ¿es posible? Todo depende del tipo de deflación.

Continuará.