“Astana”

 

El antecedente proviene de septiembre de 2003


Desde que se ingresa al Palacio de Paz y Reconciliación, un edificio en forma de pirámide de concreto, acero, granito y cristal, de 62 metros de altura, se percibe una extraña sensación de encontrarse en un lugar que fue edificado para ser sede de algún acontecimiento que se verá cumplido en un futuro no distante.

El gran lobby es de color negro, totalmente negro, y el auditorio, de mil 500 asientos, es de color rojo, totalmente rojo. Las escaleras del lobby, que son varias, están conformadas por 13 escalones cada una.

La cúspide de cristal alberga el sitio más significativo del edificio, una enorme mesa redonda con un gran espacio abierto al centro que comunica la luz que entra desde el vértice y que llega a los niveles medios de la pirámide, como si se hubiese planeado que los personajes que allí se reúnen, iluminados por el Sol, con sus decisiones iluminarán, a su vez, a los niveles inferiores. El acceso a la cúspide es mediante escaleras, todas también de 13 escalones cada una.

Este edificio se encuentra en Kazajistán, una república de Asia Central que comparte fronteras con Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Rusia y China. Es el noveno país más grande del mundo, se declaró independiente de la Unión Soviética en 1991 y quien fue su líder durante la dictadura soviética como secretario general del Partido Comunista, pasó a ser también su presidente, Nursultán Nazarbáyev, quien aunque se nombra a sí mismo el “Primer Presidente de la Democracia”, en realidad es un dictador.

La pirámide se edificó en Astana, una ciudad totalmente nueva que no existía antes de 1997, cuando la capital dejó de ser Almati, para mudarse a la nueva capital, con un nuevo nombre, en una ciudad totalmente nueva.

¿Quiénes se reúnen en la pirámide? ¿Por qué y para qué? El antecedente proviene de septiembre de 2003 cuando Kazajistán fue sede del Congreso de Dirigentes de Religiones Mundiales y Tradicionales. Tras el evento, el gobierno kazajo decidió que se repitiera el congreso cada tres años y para ello edificó la pirámide a manera de sede permanente de encuentro de todas las religiones del mundo, bajo el argumento de llegar a la comprensión religiosa, renunciar a la violencia y promover la fe y la igualdad. Eso es lo que se ha dicho, sin embargo, todo evidencia que se trata de unificar las religiones en una sola religión mundial, cosa que forzosamente implicaría la eliminación de los rituales de cada una de ellas, la descristianización del cristianismo, en su caso, y la supresión del sacrificio eucarístico en la Iglesia Católica.

¿Cuándo nos hemos enterado del contenido de las reuniones que allí tienen lugar desde 2003? ¿Cuándo hemos conocido alguna declaración emanada de ese Congreso de Dirigentes de Religiones Mundiales y Tradicionales y de ese Palacio de Paz y Reconciliación? ¿Cuándo hemos visto algún logro alcanzado en el respeto a la libertad religiosa o en el cese de la persecución contra cristianos en oriente? Nunca, nada.