Atender la emergencia, con todo

En tragedias como la que dejó el terremoto de 8.2 grados Richter y sus poco más de mil 100 réplicas, la cifra de muertos va en ascenso y, como ocurre en estos eventos, no es sino hasta después de 10 o 15 días cuando se tiene, con claridad, la dimensión de lo sucedido.

El presidente Enrique Peña convocó la noche del domingo a una reunión en la que, después de tres horas de analizar la situación en Oaxaca, en Juchitán y 42 municipios más, y lo que sufren en Chiapas por el sismo más intenso de por lo menos 150 años, decidió dividir el gabinete para atender de una forma más concreta y efectiva, la contingencia.

Si bien faltan víveres, agua, medicinas, ropa y brigadas médicas, lo que está haciendo falta son brazos que refuercen la remoción de escombros, el rescate de cuerpos e incluso de heridos.

Las huellas del gran sismo son más profundas de lo que se estimó y no por ligereza, sino que, como siempre ocurre, lo primero es lo que atrapa la atención.

Todas las dependencias del Gobierno Federal y del de la Ciudad de México, con el envío de casi 40 brigadas del médico en tu casa, se suman a las enviadas por el sector salud, que de manera conjunta se dedica a atender urgencias, pero a prevenir con vacunación y sanitización de zonas, para evitar epidemias ante lo insalubre del agua o la falta de alimentos.

El puente aéreo lleva cientos de toneladas para mitigar la urgencia y parece no ser superada pero que hora tras hora, se logra ir dando respuesta a miles de damnificados del sismo. Cada persona que salvó la vida es una historia que se acumula y se agolpa entre atención y lo que desgraciadamente se vuelve panorama de desastre.

Personalmente Peña Nieto acude, supervisa, da instrucciones sobre la marcha, se informa, escucha y decide en todo lo que tiene a su alcance, para canalizar una ayuda que de manera solidaria y única, se ve entre los mexicanos a quienes la adversidad los fusiona en una enorme y poderosa fuerza de reacción.