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El punto es que nuestro país que en este momento no tiene un amigo en Estados Unidos


Durante los ocho años del mandato de Barack Obama, Hillary Clinton planteó una y otra vez al presidente Felipe Calderón que uno de los mayores problemas en México que afectan la relación bilateral es la ausencia de un aparato de justicia confiable.

Sin duda la defensa y observancia de los derechos humanos ha formado parte durante mucho tiempo –desde el final de la Segunda Guerra Mundial pero sobre todo desde los Kennedy– de la política exterior estadounidense.

El punto es que nuestro país que en este momento no tiene un amigo en Estados Unidos, va a sufrir distintas intervenciones para las que es necesario tener una política de anticipación.

Hace muchos años que el balance de los desaparecidos y de la violación de los derechos humanos es preocupante.

Hace muchos años que algunos hemos pedido una política para no caer, una y otra vez, en el problema que significa que organismos internacionales nos condenen cuando nuestro país puede atender sus asuntos internos y hacer funcionar el aparato de justicia para no sufrir una doble penalización.

Y es que, por una parte está la vergüenza de los hechos condenables y por otra, la segunda condena que el mundo nos hace por no ser capaces de solucionar esos problemas.

Naturalmente no hay que ser ingenuo en un mundo donde gobierna Trump, en el que todo lo que nos hagan nos lo merecemos.

Y en ese sentido, no hay que entender la reciente convocatoria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, sobre investigaciones periodísticas mexicanas en torno a violaciones de derechos humanos en México como algo neutral, puesto que más allá de las buenas intenciones que seguramente existen, hay una traducción que tendrá un costo muy alto para nuestro país.

Son sólo investigaciones, pero de ahí a los estados de opinión y en consecuencia a la fijación de políticas exteriores, como ellos lo dicen, hay sólo un paso.

En ese contexto, el Gobierno mexicano debe comenzar a estructurar las distintas soluciones sin esperar que el rebote exterior nos dé la doble condena y nos coloque en una situación todavía más desairada como la que tenemos ante la ausencia de una política estructural que defienda a nuestro sistema judicial y además garantice que las investigaciones sean realmente confiables.

Las casualidades a estas alturas no existen, por eso insisto que la campaña de Álvarez Icaza será lo mismo, ya que ustedes mismos observarán cuantos organismos internacionales colocarán antes de 2018 el tema de los desaparecidos y la vulneración de los derechos humanos como la actuación más importante que defina la gravedad de la crisis política nacional que vivimos.