Bartlett en el recuerdo

 

Muchas historias corren sobre el longevo político, de origen, también tabasqueño


Estamos iniciando el camino tantos años buscado: la plena identificación con nuestros hermanos latinoamericanos. Esta vez sí lo lograremos.

El país, por hoy, parece una samba mal interpretada, alegre y a la vez violenta con personajes mágicos y bailarines que llevan su propio ritmo. No van al conjunto.

Tiempo ha pasado cuando advertíamos el peligro de colombianización, por el que debemos ufanarnos: tarea superada.

Un togado vaticano, Francisco, sin pudor ni consideración a su grey advierte a sus paisanos gauchos el riesgo de mexicanizarse.

Narco o corrupción, en el primero ganamos aunque no por mucho y en el segundo nos llevan la mano, pese a los horribles episodios protagonizados por nuestros infames políticos.

Don Peje dice una cosa, el supuesto encargado del asunto corrije y se dan casos como el del empresario Romo, que llega a descalificar al inminente mandatario.

Paco Ignacio Taibo y Elena Poniatowska toman discreta y muy expresiva distancia mientras otras, otros, no tan valerosos, opinan casi en secreto que había mejores opciones.

Tatiana Clouthier en referencia a Bartlett, que para afirmarse en el hueso ya anunció perdón y olvido de los más de 11 mil millones de pesos adeudados por los paisanos de Andrés Manuel.

Muchas historias corren sobre el longevo político, de origen, también tabasqueño. La más conocida, su participación en el llamado despojo electoral en 1988, pero se olvida la participación abierta un par de años antes, en el denominado fraude patriótico en la frontera norte ante el temor de que los gringos se apoderaran de un pedazo del país.

En eso los vecinos son pacientes, esperaron el arribo de De la Madrid y de allí pal real, dicen los rancheros.

Bartlett, presencia sabida en el asesinato de Manuel Buendía, igual en el crimen contra Kiki Camarena, exitoso agente antinarco gringo que molestaba mucho y no salpicaba nada.

Necesaria lectura al texto de Gerardo Galarza narrando cómo el secretario mexicano de Gobernación operó con su correspondiente en Venezuela para el secuestro de dos sobrinos.

Nada valieron las protestas de los adolescentes ni las reclamaciones. Como nada significó la condena de la Corte Interamericana por el comprobado despojo en el fraude patriótico.

Recuerdo su furia cuasi homicida contra un corresponsal mexicano cuando reveló que los gringos no le permitirían visitar su país.

Y su reacción cuando la agencia Notimex le ganó la información después que un pesquero guatemalteco decidió llevarse a los marinos armados que pretendían revisarlo.

Nos corrió a todos…