Cada quien su rollo

 

El gran circo apenas empieza


Hemos llegado al límite de la incomprensión hacia nuestros semejantes. Cada situación, novedosa o no, se acomoda de acuerdo con las conveniencias y, ni siquiera eso, de los gustos, preferencias o caprichos de los hoy opinadores de las redes sociales.

Lo que sucede en torno a las elecciones del 2018, lo mismo en la Presidencial que en la gubernatura de la Ciudad de México, fácilmente desplazaría a un Astrakán de los más exitosos de fines de los siglos XIX y XX, cuando Chaflán, Polo Ortín, Cantinflas en sus inicios carperos, don Enrique Herrera y una cauda más de humoristas convertían los temas serios en espectáculos festivos para el populacho.

No es para menos: tras la Silla de Águila reptan ya casi una treintena de culebrillas que se aferran a las pencas del nopal con todo y sus espinas, mientras otros tantos intentan emprender el vuelo graznando para que los escuchen y los tomen en cuenta.

Los nombres fueron la noticia del lunes: nada menos que cinco por parte del partido amarillo en vías de desaparición, y el mismo número entre los morenos, a pesar de que todos dan por descontado que será don Peje el que con lo que diga su dedito resolverá el problema. Pero hay rebelión en la granja, sin duda.

Habrá en las próximas semanas un espectáculo multicolor, con grandes fuegos fatuos que, al final, se apagarán cuando el señor, el que todo lo ve y todo lo decide, señale a quién hay que apoyar. Los rebeldes, especialmente Monreal y Batres, intentarán imponerse si no por la buena, por la mala: unión de fuerzas para desplazar a Sheinbaum.

Como sea, habrá una oportunidad para los nuevos acólitos, aquellos que serán perdonados por sus pecados y que esperan seguir en mismos cargos, misma impunidad ahora con garantía de un gobernante que, dice, no hará cacería de brujas y extenderá certificados de honestidad valiente a los que se sumen a su causa, la causa del pueblo bueno.

El gran circo apenas empieza. Los tricolores preparan su pista. Ya ninguno de los participantes puede garantizar tres pistas para el espectáculo más grande del mundo; los payasos, sin humildad, anuncian que irán solos, sin director ni patrocinador. Es la hora de las negociaciones y en el colmo, mientras avisan que tendrán suspirante propio, dialogan y analizan perspectivas económicas y políticas…

Es la democracia tan festejada por nuestros hombres de poder. La degeneración absoluta de los principios y el abandono total de las ideologías.

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