Los días felices

 

No todo han sido desgracias en la vida del ahora sufrido exgobernador de Veracruz, Javier Duarte


No todo han sido desgracias en la vida del ahora sufrido exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, al que ridículamente llaman “Javidú”, recién aprehendido en Centroamérica y en espera de una extradición a la que con toda evidencia no teme.

Hubo actos públicos en los que fue reconocido como uno de los mejores, quizá el mejor gobernador del país. Eso, por boca del primer mandatario de la Nación, Enrique Peña Nieto. Lo recordamos bien.

Tanto aprecio se le tenía, que se le facilitó un helicóptero para trasladarse a algún país del Istmo, cuestión que provocó una epidemia de amnesia.

Nadie se acordó, nadie sabía, nadie conocía un hecho por demás publicado: su próxima detención acusado de innumerables delitos contra el erario.

Salvo el ridículo montaje realizado por el actual gobernador, al que ya le llegará su fiestecita en su capillita, Miguel Ángel Yunes, el resto de los señalamientos contra el tal Javidú eran correctos y comprobables, incluyendo en forma muy principal el asesinato de una quincena de reporteros.

Increíble que el gordo veracruzano haya enviado un avión especial por ocho invitados al centro vacacional donde estaba. Indica que la señora de Duarte, que no merece pobreza, puede seguir de compras, que no le tocarán su dinero.

Llama la atención la versión de que estaba en Canadá, cuando todo mundo decía que se encontraba en Centroamérica, posiblemente Costa Rica; y que sin ocultarse paseaba por los centros vacacionales más caros de Guatemala, donde lo habían ubicado hace semanas.

Pero a él no le importaba… Similar cuestión la relativa a Tomás Yarrington. Con el agravante de que al tamaulipeco lo acompañaban seis guaruras pagados por el gobierno de su estado. Tampoco se ocultaba y fue capturado en un sitio turístico de la mayor importancia mundial, un lugar que visitamos en cuanto nos juntamos con unos centavos. O con muchos pesos.

Indudablemente fue identificado por turistas mexicanos que visitaban Florencia.

Pero a él no le importaba… Se sabe de la estrecha relación amistosa de Tomás con George W. Bush, antes de que fuera presidente de Estados Unidos. Quizá a eso se atenía, pero igualmente viajaba y gozaba de la vida.

No le tocaron sus dineros.

La casi visible ayuda que les fue proporcionada en su huida, despierta una gran  curiosidad: ¿Cuál será la conclusión?

Por las gráficas de las detenciones, parece que a ellos no les importa. Ya sabremos por qué…