Carlos Salinas mueve hilos para evitar la revisión del Tratado México-EU

 

Salinas de Gortari inició en secreto la negociación del tratado en febrero de 1990


Para resumirlo de entrada, el problema de México con Donald Trump no son los migrantes que huyeron de la crisis mexicana, que en realidad detestan al PRI y que lo culpan de su miseria, y en el fondo quieren ser estadounidenses. En realidad, EU es el problema uno de seguridad nacional de México… y al revés.

En una relación bilateral que ha sido retrotraída por Trump al siglo XXI, el Gobierno mexicano ha respondido con dos iniciativas, pero ambas excluyentes entre sí y sin atender las variables aún más importantes: Luis Videgaray busca sólo un encuentro de Peña Nieto con Trump para reordenar la relación personal y la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas opera en la agenda de defensa de derechos de migrantes indocumentados en EU y la inamovilidad del tratado comercial bilateral.

Pero en esta estrategia más de botepronto y sin escenario estratégico faltan cuando menos dos variables dependientes:

1.- De un lado, el replanteamiento de las relaciones nacionales de México con Estados Unidos en el escenario de la globalización económica y comercial que ha dañado el ejercicio de la soberanía y, por tanto, de la geopolítica que México tiene pero que se ha negado siquiera a considerar. México arrió sus banderas de historia nacional en aras del tratado.

2.- Y de otro lado, la oportunidad abierta por Trump de revisar el Tratado de Libre Comercio después de 22 años de operación favorable para EU, con cuando menos tres decisiones pospuestas por México: incluir el tema migratorio, fijar en México la urgencia de definir modelos nacionales de desarrollo industrial y agropecuario para sacar más ventajas en la globalización y determinar los espacios geopolíticos y de seguridad nacional que tienen a México como un peón pasivo de los intereses estadounidenses y sin poder plantear la agenda de intereses mexicanos en el escenario internacional.

El mundo no se termina en la globalización vigente sino que en realidad su agotamiento lleva a una segunda fase que debe incluir los intereses nacionales de las naciones dependientes.

El presidente Salinas de Gortari inició en secreto la negociación del tratado en febrero de 1990 y sometió los intereses de la nación a una negociación conducida por la Casa Blanca. Los principales operadores del tratado por parte de Washington fueron al mismo tiempo consejeros de seguridad nacional. Por eso el tratado se localizó dentro de las coordenadas de la derrota de la Unión Soviética en 1989, el Consenso de Washington dentro de ese parámetro geopolítico para convertir la derrota socialista soviética en un fortalecimiento del capitalismo estadounidense con la apertura comercial a productos fabricados en Estados Unidos.

Del lado mexicano, Joseph Marie Córdoba Montoya, Jaime Serra Puche, Pedro Aspe y jóvenes economistas que luego se convirtieron en representantes de transnacionales beneficiaras del tratado fueron los negociadores de las exigencias estadounidenses. En este sentido, la presencia de la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas en la relación-reacción con Trump responde a conflictos salinistas de intereses.

La relación de Trump con México durante los próximos cuatro años –y posiblemente ocho, por la reelección– no va a ser definida por los migrantes ni por el racismo porque son elementos más mediáticos que estructurales; en realidad, la relación la va a determinar el tratado comercial porque Trump dará prioridad a los intereses estadounidenses desde el enfoque de la economía globalizada como un elemento de seguridad nacional.

Política para dummies: La política es la sensibilidad para entender la realidad, para prever los conflictos, no al revés.