Ciegos

 

Fiel a su apodo, devolvió la vista a un gran número de ciegos


“El Ojos” ha hecho un milagro después de muerto: fiel a su apodo, devolvió la vista a un gran número de ciegos. De pronto, quienes vivían en tinieblas y en la simulación, empezaron a tener mirada de águila y vieron una serie de males de recurrencia añeja, sabidos por todo mundo dentro y fuera de Tláhuac pero sin atención de su parte, y los subieron al centro de la agenda mediática para demostrarnos cuánto trabajan y cuán pendientes están de nuestro bienestar.

Cesaron al Fiscal especial de la zona y, créalo por favor, ¡a 10 policías! Porque avisaban a los malosos de los operativos, nunca antes se dieron por enterados de esta antigua práctica; detuvieron medio centenar de mototaxis, de cerca de 10 mil en circulación, pues tampoco sabían su condición irregular y, lo más plausible, clausuraron negocios de venta de autopartes, pues ¡vendían mercancía chueca! Ahora sí, agárrense malandros, la autoridad ha despertado de su letargo.

En este paroxismo de entrega, la cabeza declaró su contundente negativa a seguir discutiendo si el grupo delincuencial es o no un cártel, no perdamos tiempo en tonterías. Su dedicación es conmovedora.

Como siempre, la realidad se encarga de desmentirlos, de cobrar su inmovilismo. Pocos días después del conflicto se vivieron escenas terribles en Xochimilco, iniciadas también por operadores de motos, hubo muertos en Tepito, producto de una balacera, y creció el número de hechos violentos durante julio. Ya verán la manera de taparlos con nuevos actos de escapismo.

Es inevitable recordar a Efraín Huerta, quizás el poeta mayor de esta ciudad, a la que consideró “autobiografía y condena”, y a quien escribió una Declaración de Odio y otra de Amor: “sarcástica ciudad donde la cobardía y el cinismo son alimento diario, ciudad que lloras, mía, maternal, dolorosa, bella como camelia…”.