Cine para dos

 

En la plena simpleza, encontramos la experiencia cinematográfica que buscábamos


ELIZABETH PALACIOS

Si existe una experiencia cultural que casi todos hemos probado en México es ir al cine. Es probable que haya quienes jamás hayan ido al teatro, o a un concierto, y ni hablar de una presentación literaria o una conferencia. Sin embargo, el cine parece ser el compañero de nuestras tardes, fines de semana y nuestros cortejos románticos.

Ir al cine tal vez no sea una experiencia nueva, justo por esa cercanía que desde niños tenemos con las grandes pantallas y ahora, con las revolucionadas y cargadas de tecnología, salas que, además, se ubican en grandes centros comerciales donde las familias llegan desde temprano a hacer compras y comer, para luego, comprar palomitas y comida nada sana para compartir.

Pero el fin de semana pasado tuve la oportunidad de conocer una nueva manera de vivir la experiencia cinematográfica, en un concepto cuya novedad radica en la simpleza y los detalles.

Estuve en un viaje exprés en San Cristóbal de las Casas, acompañada de mi compañero de la vida. El viaje fue un poco organizado en plan con maña previo al día de San Valentín. Traté de disimular mi cursilería pero no fue muy efectivo. Ambos queríamos ver hace tiempo Casablanca, un clásico que tiene un significado especial para nosotros. Sin embargo, hoy lo que no está en Netflix parece no existir. Recordé que en mis vacaciones de verano había ido a cenar a un lugar sencillo, llamado Kinoki, en un segundo piso, desde donde tuve una maravillosa vista de las tejas rojas típicas de San Cristóbal. Allí, además de tener un restaurante y un cineclub con una cartelera de filmes de arte y documentales, ofrecen la posibilidad de rentar una sala para una proyección privada. Las películas se pueden elegir de un catálogo de más de tres mil títulos, así que Casablanca seguro estaría. Llamé, reservé y el sábado, cuando estábamos ya en pleno disfrute del viaje, acudimos a la cita. A un precio tan barato que me asombró, tuvimos en pantalla mediana, la película que anhelábamos, en una sala pequeña y cómoda para dos, mientras bebíamos delicioso café chiapaneco y compartíamos un pay casero de queso. Así, en la plena simpleza, y del otro lado del país, encontramos la experiencia cinematográfica que buscábamos.

Madre, viajera, libre y terrícola

Twitter @elipalacios

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