Ciudad desnuda

 

Hoy en México, los episodios de violencia han escalado a niveles insospechados, pero explicables cuando la autoridad es rebasada o por corrupción que deja hacer a los mañosos


En la década de los 60, había en la televisión una serie que se llamó Ciudad Desnuda, eran los inicios de programas con contenidos violentos que, comparados con los que hoy se proyectan, eran de párvulos.

La serie en cuestión desarrollaba, en su guion, casos de homicidios, asaltos bancarios y dramas que hacían de la proyección una especie de invitación a reflexionar que los delincuentes avanzan si no se les detiene con la ley en la mano.

Hoy en México, los episodios de violencia han escalado a niveles insospechados, pero explicables cuando la autoridad es rebasada o por corrupción que deja hacer a los mañosos, o por incapacidad que, además de exponer a la población, la daña, la marca, la cercena. La mutila. La somete.

Así de claro, así de desagarrador.

La capacidad de asombro, de impacto, ¡de horror!, vive en los mexicanos, que, desde ser asaltados en el camión urbano, en el foráneo, en la calle, en su coche, en su domicilio, en un restaurante y hasta en iglesias, no excluye la violación, el feminicidio, el asesinato de sacerdotes, de políticos, de aspirantes a un cargo de elección o con licencia. De todos los partidos, mujeres, hombres. Población civil y hasta niños.

No podría pensarse de ninguna autoridad, que no se les cayera la cara de vergüenza ante esta realidad. Tampoco que la sociedad ya está sometida o hincada ante esto. Y es precisamente la sociedad, la que se hará escuchar y valer el 1 de julio. Esa sociedad que no quiere más descalificaciones o insultos entre candidatos, quién y cómo resolvería este asunto que viene creciendo día con día.

En todo el país, igualmente periodistas son asesinados ya sea en Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Tabasco y en otras entidades. Hay detenidos, sí uno, dos o tres.

Que en comparación con la desaparición de estudiantes de Cine, o de familias completas o de algún hijo, hermano, padre o familiar es como pegar un dedo húmedo a una plancha caliente… “sst”, suena.

El clamor por seguridad y el grito de escándalo de impunidad e inseguridad ha rebotado en los muros de la Iglesia Católica y hasta el Consejo del Episcopado Mexicano lo ha expresado.

Se exige que se penalice, de nueva cuenta, la portación de armas, se exige que se analice el desempeño de ministerios públicos y jueces.

Se exige revisar a los llamados, en tono de burla, Centros de Readaptación Social, se exige lo elemental para una sociedad que quiere vivir segura y en paz. A diario, hay capítulos violentos, que se convierten “en una historia más de la Ciudad Desnuda que es el país.

Desnuda de autoridades eficaces, de aplicación de leyes. De quien quiera ganar la presidencia, arreglando lo primero que marca la Constitución. La obligación de dar seguridad a los gobernados. Nada más, pero nada menos.