Constitución

 

“El logro histórico de tener, por fin, una Constitución en la Ciudad de México”


Con bombo y platillo se nos vende ahora desde la sociedad mercantil al frente de esta ciudad, “el logro histórico de tener, por fin, una Constitución en la Ciudad de México”.

Se calculó todo, el efecto mediático de anunciarla precisamente el día de celebración del centenario de la Ley Suprema Federal, su promulgación al día hábil siguiente, toda una estrategia de mercado, como corresponde a la vocación de quienes hoy mandan.

No importa su falta de legitimidad. Los sujetos directos de su aplicación no la conocen ni participaron en su construcción, fueron testigos lejanos, ajenos a los arreglos de un grupo bizarro de intereses, con muy honrosas excepciones, destacadamente el maestro Bátiz y Jaime Cárdenas, mosqueteros solitarios en una arena donde todo estaba arreglado. El próximo año entra en vigor; nadie fuera del círculo inmediato sabe sus términos, era tanta la prisa por promulgarla que se pasó por alto la indispensable fase de divulgación previa. No había tiempo, los intereses del caudillejo local están por encima de esas minucias.

Se celebra, desde las alturas, ajenas al pueblo, “el enfoque moderno y progresista” de la norma, su visión social avanzada, pero se oculta la demagogia y los rebases a la competencia local. Por ejemplo, se postula un salario remunerador y el acceso a derechos postergados históricamente, pero no se dice cómo, se pasa por alto el pequeño detalle de las jurisdicciones y la prevalencia de la disposición federal.

La introducción es antológica. Si uno no supiera del fallecimiento de Corín Tellado, la adjudicaría a su pluma. El documento forma parte de la estrategia política del equipo local.

De cualquier manera debe leerse y tener claro su contenido, para exigir su cumplimiento, no permitamos que empiecen brincándola, ahora deben concretar la panacea literaria, llevarla a la práctica, a ver cómo lo hacen.