¿Constitución para qué?

 

Celebramos 100 años de una Constitución que no se cumple


En 1920 el miembro de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Fernando de los Ríos, visitó la Unión Soviética a fin de explorar la posible afiliación de su partido a la Internacional Comunista.

En un encuentro con Lenin, De los Ríos le preguntó cuándo traería el régimen bolchevique la libertad para sus ciudadanos, a lo que el líder soviético le contestó: “¿Libertad para qué?”.

Es bien sabido que la vida de los países se rige por una ley fundamental llamada Constitución. De hecho la Constitución que recientemente celebramos su primer centenario, la de 1917, sigue siendo desde el punto de vista de la aportación a los derechos civiles y sociales, un documento tan bien articulado que difícilmente se podría superar.

Es más, si las Constituciones no sólo fueran un elemento decorativo como el mármol en los edificios, se podría decir que nuestra Constitución en México ha sido uno de los elementos más visionarios, por el tiempo en el que se creó, y más importantes, al plasmarse a través del Estado benefactor y de los derechos de los trabajadores, estableciendo los principios que regirían nuestra vida.

Sin embargo, como demostró después el propio Stalin al retomar en parte contenidos de la Constitución Mexicana para dar origen a la gran Constitución de la Unión Soviética, el tema de esas leyes fundamentales no radica en que sólo se escriban bien, sino que además se cumplan de manera efectiva.

Y es que, celebramos 100 años de una Constitución que no se cumple y además promulgamos la de la Ciudad de México en medio de una gran guerra mediática, donde su aprobación no es sinónimo de aplicación.

Por eso no es tanto la culpa de los millennials el hecho de no sentirse vinculados a los compromisos nacionales, puesto que eso es consecuencia de la herencia casi genética que les transmitimos al crear leyes sólo para quedar bien, pero no para generar un mundo más justo y más limpio.

En ese contexto, podemos aprovechar este momento para hacer una gran campaña en redes sociales a fin de hacer conciencia acerca de la defensa activa de los preceptos constitucionales, para hacerle saber a la sociedad que si el poder es suyo y si la estructura es buena, hay que ser inclementes con todo lo que impida su cumplimiento, desvirtúe su origen o prostituya su razón de ser.

La Constitución exige reencontrar a la sociedad que gobierna, la cual tendrá que elegir entre partir de cero y hacer todo de nuevo, o ser radicales y acabar con todos aquellos que usan los nichos legales y la Constitución como bozal del pueblo y no como plataforma de igualdad y desarrollo.