Copetín y copetón

 

Estamos presenciando un gobierno que no es del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, sino el gobierno de Trump, con Trump y para Trump


Espero, por su bien, que Trump se esté divirtiendo. Y es que, esa posición de jaque en la que ha puesto a todas las instituciones de su país y, por lo tanto, a las del mundo tendrá un precio tan caro para todos que yo espero que por lo menos para él sea divertido.

Imagínense ustedes cómo están las cosas, si ahora como si se tratara de una noche de amor comprado a una actriz porno, él y su Twitter deciden a quién castigar con aranceles o sin ellos.

Y cuando su partido o sus consejeros económicos lo acosan con tomar medidas, él demuestra una y otra vez que sigue siendo el más chingón.

Estamos presenciando un gobierno que no es del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, sino el gobierno de Trump, con Trump y para Trump.

Hemos llegado a una situación en la que resulta sorprendente todo lo que puede pasar aquí. Por ejemplo, la alianza de Kim Jong-un y Donald Trump, y el momento en el que al parecer se convirtieron en mellizos, en el sentido de que el pequeño hombre cohete y el viejo trastornado pueden llegar a tener muchas cosas en común, como sentirse sumergidos en el gueto de la incomprensión, y es que, no hay que olvidar que los genios siempre son difíciles de entender.

Ahora Trump no sólo incendia su partido, no sólo rocía gasolina sobre el Congreso, no sólo demuestra que hasta en Estados Unidos de América se puede gobernar sin necesidad de un proyecto claro, sino que además va y de un plumazo acepta sostener una reunión de cuates con el líder de Corea del Norte.

Seguramente en ese encuentro habrá una parte de la conversación que resulta obligada entre los dos, y es que, viendo los peinados que ambos usan, estoy seguro de que gran parte de la reunión hablarán sobre quién es su estilista y quién les hace mejor el copete del cabello. Mientras que el resto de la conversación será para definir quién tiene el botón nuclear más grande.

El problema es que no terminen por entenderse tan pero tan bien, al grado de que decidan que juntos, codo a codo, son mucho más que dos, así como el poema de Benedetti.

Porque si bien ya estamos en un mundo en el que Donald Trump hace aullar a todas las personas ancladas en el pasado, lidiando además con el riesgo de los constantes experimentos nucleares de Kim Jong-un, junto a su manía de fusilar a sus oponentes políticos con balas antiaéreas; podríamos llegar a una realidad en la que ambos decidan hacer una alianza de botones nucleares y comparar cuál tiene más potencia, mientras hablan de peinados y comparten el peluquero.