Crisis nacional

 

En nuestro país hemos preferido que las circunstancias nos desborden y que las crisis sean las que dicten lo que hay que hacer


En cualquier país del mundo que atravesara por una crisis como la que ahora vivimos en México, en la que todas las fuerzas políticas se están repartiendo el botín, se convocaría a un grupo de trabajo que transmitiera a los ciudadanos la sensación de que aún hay alguien que no sólo está pensando en satisfacer sus propios intereses.

Sin embargo, en nuestro país hemos preferido que las circunstancias nos desborden y que las crisis sean las que dicten lo que hay que hacer.

Puesto que no tenemos ni experiencia ni ganas para anticiparnos o evitarlas, y ahora después de que durante años hicimos una enorme apuesta desde el punto de vista de la macroeconomía, resultó que nadie estábamos preparados para todo lo que está ocurriendo actualmente en el mundo.

El problema es que para nosotros el mundo se limita en nuestras necesidades y en la incoherencia de ser un país que alberga a un gran número de millonarios y a su vez a una gran cantidad de personas viviendo en situación de pobreza.

Todo eso debería ser contrarrestado por los partidos políticos mediante una reunión nacional a fin de articular posiciones en común para hacer frente a fenómenos como el gobierno estadounidense que está por venir, la amenaza de que el dólar se dispare hasta los 25 pesos, y la necesaria diversificación en términos políticos y sociales ante la presión del exterior como consecuencia de la victoria de Trump.

También nos podemos poner de acuerdo en instaurar una serie de medidas internas empezando por designar al fiscal anticorrupción para recuperar algo de fe pública y saber si efectivamente tenemos una clase política a la que le importe algo más allá que sólo llenar su bolsillo, tal y como está sucediendo ahora con el espectáculo de los onerosos aguinaldos a los diputados.

Y es que, no se puede pedir transparencia a la sociedad y negársela cuando hablamos de las funciones del gobierno. No se puede pedir generosidad y entrega, y después gobernar por debajo de la tierra.

Pero lo más sorprendente es que esta oportunidad no se ha aprovechado y no se ha generado el mínimo espíritu de unión para un año tan difícil como el que dejamos atrás y tan importante como el que tenemos por delante.

Ahora las encuestas y la percepción posicionan en la delantera a López Obrador, y es que él tiene la crisis servida y esa es una enorme área de oportunidad para que reconsidere su liderazgo antes de pedirnos el voto, y para que demuestre que es capaz no sólo de denunciar, sino de también crear un movimiento social que permita unificar en tiempos de crisis a una nación tan dañada y dividida como la nuestra.