Cuando la brutalidad goza del 80 por ciento de aprobación

 

Los términos Debido Proceso y Presunción de Inocencia valen auténticamente para un cacahuate ese lugar es Filipinas


Si en algún lugar del planeta los términos Debido Proceso y Presunción de Inocencia valen auténticamente para un cacahuate ese lugar es Filipinas. Sin ir más lejos el pintoresco presidente Rodrigo Duterte ha emprendido una campaña en contra del narcotráfico que ha implicado la ejecución extrajudicial de al menos cinco mil personas entre traficantes y adictos.

A pesar de las críticas que estas acciones han generado por parte de gobiernos occidentales y de organizaciones protectoras de los derechos humanos, la opinión pública de Filipinas le otorga al mandatario un apoyo de casi 80 por ciento, razón por la cual Duterte ha decidido ahora emplear sus métodos radicales en contra de políticos corruptos.

En este sentido el polémico jefe de estado filipino no ha dudado en sentenciar que: “Si eres corrupto voy a subirte a un helicóptero, llevarte hasta Manila en él y lanzarte al vacío. Lo he hecho antes. ¿por qué no habría de hacerlo otra vez?” Al anunciar su innovadora estrategia, que por lo demás echa por tierra décadas de evolución “civilizacional” en materia de derechos humanos y de garantías procesales, el inquilino del Palacio de Malacañán en Manila aceptó que en el pasado ya había asesinado a un presunto secuestrador empleando el método del lanzamiento desde un helicóptero. Toda esta situación que aparenta ser más propia de una novela de ficción que de la cruda realidad es prueba contundente de que hoy más que nunca vivimos en un mundo en el que cualquier escenario es posible, a saber, que un empresario lobotomizado radical y carente de experiencia en la gestión pública llegue a la Casa Blanca, que Rusia influya impunemente en las elecciones en la Unión Americana o que un asesino, sicópata y pirómano sea democráticamente elegido para presidir un país de más de cien millones de habitantes.