Cuando los legisladores legislaban…

 

El Congreso ha encontrado la fórmula para mantener tranquilos a los periodistas


Hubo un tiempo en que en las cámaras se legislaba. Si había o no un solo partido, si las iniciativas eran siempre del Ejecutivo y si se cumplían ritos como dictaminarlas en comisiones y sin más darlas para su aprobación en una sesión general, es lo de menos.

Se legislaba y no se perdía el tiempo en juegos ajenos al trabajo del Congreso, premios había uno, la medalla Belisario Domínguez que imponía cada año el Senado. Que por cierto no debería ser “de la República”, sino simplemente Senado porque sólo hay uno.

Las viejas imágenes de los diputados durmiendo después de sesiones que se alargaban un día completo, generalmente para aprobar el presupuesto, desaparecieron en esta era de la modernidad en la que una cauda de asesores acuerda entre ellos y entrega digeridos los documentos para que los aprueben.

El Senado, me aseguran, ya tiene dos preseas al servicio de los mexicanos que se distingan en grado eminente por sus servicios a la Patria y a sus semejantes.

Los diputados, igualmente me informan, cuentan con su medalla que entregarán cada año para no ser menos que sus colegas.

Y en ambos lados, cínicamente desinteresados por los sucesos en torno de los periodistas otorgan premios, reconocimientos y distinciones para los hombres de pluma y micrófono, a los que no atienden en cuanto a sus demandas de justicia, garantías para el libre ejercicio de esta profesión, la más riesgosa en México y, por número de víctimas e impunidades, la segunda a nivel mundial.

Ni siquiera superada por países en conflicto o zonas de guerra en distintas partes del mundo.

El Congreso ha encontrado la fórmula para mantener tranquilos a los periodistas: les pasa la mano por la espalda, los palmea y los hace sentir cercanos, amigos. Pero rechaza todo compromiso, le basta con las declaraciones del presidente Peña Nieto que en cada oportunidad repite que no habrá impunidad en los asesinatos de informadores (el mayor número en su sexenio, que aún no termina).

Los legisladores, ciertos de la importancia de su encargo, se dedican más a resolver problemas de un cargo que debe dar confianza y buenos resultados a los ciudadanos.

Lo que podemos resumir en dos hechos: 600 mil pesos mensuales a los que se declaran “independientes” y reclamo por la suspensión de viajes. La petición más reciente, rechazada, consideraba un periplo por Tailandia, Vietnam, otros países de la región, más Francia y España, claro.

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