De la infalible prensa extranjera

 

No se permitía el involucramiento con la prensa nacional y sólo en calidad de invitados podían los periodistas mexicanos participar en las actividades de la ACEM


Recibí una copia blanco y negro de una foto de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en México, cuando la organización contaba con menos de 50 miembros y la condición para pertenecer al selecto grupo era el cobro de salario por trabajos publicados en el exterior, y que no tuviesen más tiempo que seis meses.

No se permitía el involucramiento con la prensa nacional y sólo en calidad de invitados podían los periodistas mexicanos participar en las actividades de la ACEM.

En la foto, que me envió el siempre admirable Enrique Mendoza Morales, aparece como personaje central el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia y pegadito, yo. Aparecen también Riszard Kapuscinsky, Hiroaki Idaka, René Centassi, Carlos Vidali, vástago del comandante (Vittorio Vidali) Carlos, héroe de la resistencia en Italia; Bora Lalic, Reinhold Kailbach y representantes de la prensa europea. Por cierto no había chinos en la agrupación.

La cantidad tan escueta de periodistas extranjeros se debía al poco atractivo noticioso del país. Cuando aparecía una información de México en periódicos extranjeros, se debía a un accidente, a una tragedia, el hundimiento de una mina carbonera en Coahuila con centenares de trabajadores enterrados, o atropellamiento de niños muertos por un camión sin frenos.

De este suceso una anécdota. Me preparaba para salir del país y dejar al mando de la agencia “Prela” a un enviado de La Habana. El día del accidente, encuentro a mi sucesor vociferando contra los mexicanos que no tenían la decencia de publicar cuando un  católico asesinaba, pero estaban prestos a señalar a los marxistas.

Cuando le reclamé su actitud, desplegando el periódico La Prensa mostró el titular principal: “Materialista sin frenos atropella…” y luego la nota.

Con trabajo, pero entendió que los materialistas en México no necesariamente eran dialécticos o históricos, los camiones de volteo que transportaban materiales de construcción.

Y de allí el término “materialista”.

Al mismo inocente en recorrido por Baja California, uno de los corresponsales, bromista irredento, el argentino Hugo Viademonte, entornando los ojos, le comentó: “Mira, si te esfuerzas un poco se alcanza a ver Cuba… estamos cerca”.

Y sí, se esforzó y desde el litoral contrario al de su país, el muchacho con entusiasmo y brinquitos confirmó: “Sí, la veo, la veo…”

Estos incidentes eran cotidianos entre los corresponsales, a los que miraban y creo que siguen mirando como dioses de la información, cuando muchas veces no tienen idea del país al que los mandan.