De orden ejecutiva en orden ejecutiva

 

Trump estará firmando una serie de órdenes ejecutivas que representan una agresión para México


Cuando Adolfo Hitler llegó al poder –no olvidemos que lo hizo por la vía democrática– se sentó en el sillón de jefe de Estado y empezó a gobernar de orden ejecutiva en orden ejecutiva.

Y no estoy diciendo que ahora Trump sea Hitler, pero creo que ha aprendido del führer su manera de gobernar.

Imagínense a la delegación de México reunida con la estadounidense en algún despacho de la Casa Blanca –esperemos que no sea en el sótano– discutiendo cómo será la relación bilateral. Mientras que Trump en el trono del mundo, es decir, en el Despacho Oval, estará firmando una serie de órdenes ejecutivas que representan una agresión para México.

La primera: el muro. Porque ya ha ordenado que se construya, aunque más allá del muro de hierro, de ladrillos o de espinas, lo que ya levantó es el muro de la incomunicación entre las sociedades, maltratando una y otra vez a nuestro pueblo y al de América Latina.

En ese sentido, el Gobierno de México sabrá dónde está su límite y tendrá que prepararse para saber que una vez firmadas esas órdenes, una vez que Canadá se ha retirado del juego dejándonos a nuestro libre y propio destino, ¿a qué le jugaremos?

¿A seguir recogiendo las migajas del maltrato o a construir las alternativas que el país puede tener por delante?

Sin embargo, hay que reconocerle a Trump –un hombre que se atrevió a escribir un libro titulado El arte de la negociación– que su forma de negociar es algo que no se había visto en el mundo de la alta diplomacia desde los años 30 del siglo pasado.

Y es que, él primero manda los tanques y después se sienta con una pluma en la mano a preguntar si ya es suficiente con el que está negociando o necesita un poco más para demostrar dónde está el cañón y dónde está el mango del arma.

Al momento de escribir esta columna, aún se especulaba si el presidente Peña Nieto cancelaría su viaje. Lo que me sorprende es que todavía lo tengan que pensar, salvo que estén de acuerdo en que ahora se humille al pueblo mexicano a través de su Presidente, marcándole condiciones en las que pagaremos nuestro delito por cruzar su frontera, limpiar sus albercas, podar su pasto y cuidar a sus hijos.

¿CUÁNTO TENDREMOS QUE PAGAR?

En esas condiciones no queda claro qué están discutiendo el canciller Videgaray y el secretario de Economía, Guajardo. Pero lo que sí es evidente es que en términos políticos y sociales el actual Gobierno de Estados Unidos no busca una relación amistosa con México. Donde además hay que considerar que una guerra depende de dos aspectos: que alguien tenga la intención de hacerla y que después la declare.

Y siendo así, Donald Trump ya la empezó.