De pesadilla

 

Jefe de Gobierno, ordenó bloquear de tres a cinco cuadras a la redonda el sitio donde se encontraban realizando actividades


La semana pasada tuvo tres días de pesadilla para miles de capitalinos. La razón fue la “anfitrionía” del grupo de alcaldes integrantes del C20, con agenda ambientalista, por parte del Jefe de Gobierno quien, violando flagrantemente la libertad de tránsito consagrada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y sin ninguna consideración para los habitantes y visitantes de esta ciudad, ordenó a su guardia pretoriana, integrada por policías auxiliares y bancarios, bloquear de tres a cinco cuadras a la redonda el sitio donde se encontraban realizando actividades, aun cuando se tratara de paseos en bicicleta, ceremonias sosas o intercambio de reconocimientos entre los alcaldes asistentes.

El abuso fue antológico.

Ni cuando el Presidente de la República se desplaza padecemos algo así. Se cerraron estaciones del Metro, del Metrobús, hoteles, restaurantes, comercios, vi vecinos sufrir para entrar o salir de sus domicilios, y turistas desesperados por ingresar a sus hoteles, tratando de explicar su situación a policías incapaces del menor diálogo. Supe de faltas al trabajo, con los descuentos correspondientes. Todos sentimos en carne propia los efectos de este exceso.

Hay una enorme contradicción en ello. ¿No pregona el Jefe de Gobierno la “gran seguridad” existente en la CDMX? ¿De qué o quién protegió entonces a sus huéspedes? ¿No vive cuestionando las medidas del Gobierno Federal mientras afecta de manera grave a la ciudad con estas acciones? ¿Sabrá a cuánto ascienden los daños causados por su fiesta privada a la economía capitalina? Afloró la faceta autoritaria del Jefe de Gobierno, ya vislumbrada en los convoyes que cuidan su desplazamiento cotidiano. Evidentemente le gusta el aparato y la seguridad excesiva, pagada por nosotros, muy lejana al discurso populista. Mala señal, de la que debe tomarse nota en relación con sus aspiraciones a futuro.