De ruindades y esas cosas…

 

Quedarán las declaraciones del más ruin de los funcionarios


El cráter de la carretera a Cuernavaca, con el dolor que causó por la pérdida de vidas humanas, y por la forma en que se difundió el hecho bajo el criterio de salvar la cara, de mantenerse en el hueso, sirvió para conocer la indolencia e insensibilidad de nuestros gobernantes ante las desgracias de los ciudadanos de a pie.

Como emblema del México actual, quedarán las declaraciones del más ruin de los funcionarios, el picapleitos Gerardo Ruiz Esparza quien anunció alborozado el rescate del automóvil engullido por el agujero, y al referirse a las víctimas sólo atinó que serían indemnizadas las familias por “el mal rato”.

Remachó que esas cosas suelen pasar y son riesgos del oficio, de la tarea de construir carreteras. Tal ruindad sólo comparable con la declaración del más alto funcionario del Gobierno Federal quien pidió “no adelantar juicios” cuando a la vista estaban los daños y se retiraban a toda prisa los letreros agradecidos por la obra de 40 años de duración… que apenas alcanzó tres meses.

No olvidemos a Graco, quien aseguró que las tareas de rescate de las víctimas fueron inmediatas, y sí, debió ser: el accidente se registró a las 5:30 de la mañana, los cuerpos de auxilio arribaron a las 11:00, cinco horas y media después.

La empresa española beneficiaria de ésta y alrededor de 60 obras más, en las que hay no sólo fallas técnicas sino mortales, con cráteres, derrumbes, cortes y mucho más, será la responsable de la torre de control del futuro aeropuerto.

Cabe decir que por ninguna de esas fallas ha recibido sanción alguna, ni siquiera una reconvención. Antes bien, le permitieron asociar a la constructora del monumento a la corrupción, la estela de luz de Calderón, por cuyas ladronerías fue excluida del padrón de proveedores del Gobierno Federal.

Como en el socavón, que elevó mil millones de pesos el costo de la obra, en la estela aumentó en la misma cifra. Pero allí hubo beneficiarios, incluyendo un seudohistoriador a quien se liga afectivamente con el expresidente oriundo de Morelia.

Anuncian que en medio mes sabremos qué provocó el desastre, cuando sería suficiente consultar denuncias, documentos entregados mientras Esfarza y sus paniaguados festinaban su nuevo destino: el aeropuerto donde habrá dinero para todos. Y mucho.

21 muertos, más dos del último accidente. Ninguna responsabilidad y delegados aprendices de maestros de inglés. La culpa debe buscarse muy arriba…