“Deja de lloriquear, Obama, y empaca para vivir en tu residencia de 7 mdd”

 

Sus ocho años de oferta de cambio permitieron paradójicamente el regreso de la derecha tradicional interna


NUEVA YORK.- Derrotado por Donald Trump, por la mala campaña de Hillary Clinton y porque sus ocho años de oferta de cambio permitieron paradójicamente el regreso de la derecha tradicional interna, el presidente Barack Obama ha estado saboteando los mecanismos institucionales y democráticos de la transmisión del poder.

Nunca en la historia poselectoral de EU se había visto a un presidente saliente tomando decisiones que afectaran a su sucesor entrante, ni en las transmisiones de Jimmy Carter a Reagan o de Bush padre a Bill Clinton o de Clinton a Bush Jr. o de Bush Jr. a Barack Obama.

La razón se localiza en el hecho de que Obama –su legado, su proyecto y su candidata sucesora Hillary Clinton– no representa los acomodos progresismoneoconservadurismo, sino que Trump simboliza los intereses de la derecha tradicional interna no institucional con ideología de finales de siglo XVI y principios del siglo XVII: ideología religiosa, capitalismo empresarial y valores tradicionales.

El progresismo se apoderó del sistema de toma de decisiones y puso en marcha un avance ideológico basado en la teoría jurídica de los derechos, con el apoyo desde mediados de los 60 de decisiones de la Corte Suprema. El conservadurismo se refugió en cuando menos dos temas centrales: política exterior imperialista y política fiscal antiestatista. Los valores de familia, religión y creencias fueron derrotados en la Corte.

El desafío de Obama iba más allá del progresismo demócrata tradicional basado en el libre comercio, la expansión fiscal y los derechos. El color afroamericano de la piel de Obama debió haber sido el motor de una gran reforma social de identidad racial, pero a lo largo de ocho años Obama sólo buscó la sobrevivencia del capitalismo y no la consolidación de los derechos de las minorías negras e hispanas. El discurso racial de Trump se catapultó en la falta de decisiones de Obama en esa materia.

El desencanto de las comunidades femeninas, afroamericanas e hispanas se convirtió en votos por Trump.

La sociedad estadounidense ya no se mueve por valores sino por intereses, aun cuando buena parte de ellos tengan raíces históricas. Las comunidades minoritarias que dependían del progresismo demócrata redefinieron su voto no en función de ideologías sino de pragmatismos: lo mismo con Clinton que con Bush Jr. y luego con Obama, para repetirlo en la elección de Trump.

Por tanto, los electores no se fijaron en ideologías sino en ofertas de corto plazo en materia de empleos y bienestar, aunque detrás de ellas se escondieran posicionamientos conservadores. Hillary representaba la continuidad de la política de desarrollo de Obama que distorsionaron el empleo, en tanto que Trump proponía reformas antiglobalizadoras que pudieran reactivar el empleo estadounidense. En los resultados, EU perdió más con la globalización que con las crisis recurrentes.

Trump ha resistido las provocaciones de Obama. Cuando en la campaña Trump se quejó del partidismo de Obama como jefe en funciones de la campaña de Hillary, el presidente Obama le dijo desde la casa Blanca: “deja de lloriquear” y “ponte a trabajar”. Y en varias ocasiones Obama usó el poder presidencial para declarar que Trump no estaba capacitado para ser comandante en jefe. Y aun así, Trump ganó las elecciones.

Trump sabe que tiene que esperar. En dos semanas y media Trump será ungido presidente y Obama pasará a ser historia.

Política para dummies: La política es la tierra de las certezas pragmáticas y no de los deseos insatisfechos.