Déjà vu sísmico

 

Lo vivimos hace 32 años y hoy la tragedia nos puso a prueba


¿ Déjà vu? No. Lo vivimos hace 32 años y hoy la tragedia nos puso a prueba con el mismo test: antes, durante y después del terremoto. Si seguimos el curso de ambas tragedias en la CDMX, la del 85 y la de 2017, a través de la prensa veremos que hay una estela definida que podemos dividir en fases.

La primera: énfasis en el origen y características de los terremotos y su cómplice eterno: el subsuelo con todo y su “extraño” comportamiento fangoso.

Fase 2: la denuncia por irregularidades en la distribución de ayuda.

Fase 3: la presión de los afectados y de los medios que obligó a las autoridades a reconocer que la corrupción, que cual cáncer que es, debilitó la resistencia de los edificios.

Fase 4: autoridades anuncian planes de reconstrucción, pero también advierten que la tragedia alcanzó dimensiones mayores a las que se habían calculado.

Fue aquí cuando, en este desastre y volteamos hacia las zonas afectadas por los sismos del 7-S y 19-S. Fase 5: las mismas autoridades reconocen que no hay dinero para la reconstrucción y piden cerrar filas a la IP. Es una evolución lógica, inspiradas en las estrategias de mitigación de desastres y atención a la población, elaboradas por organizamos internacionales. Pero como el león no es komo lo pintan, la mayoría de las fases enlistadas se limitan a la atención de la emergencia, no a su prevención, porque no buscan recobrar lo cotidiano con aprendizaje sino olvido. Y por el olvido optan quienes buscan proteger intereses a costa del sufrimiento del otro. Todos los mexicanos debemos aprender la lección antes de que llegue el tan anunciado “Big One” y cada día que pasa estamos más cerca de que ocurra.

@MarioALeon