Democracia: sólo un sueño

 

Hoy, esos viejos luchadores usan métodos incomprensibles


Desde que tuve consciencia en la primera elección presidencial que presencié, 14 años, el candidato Adolfo Ruiz Cortines, el ¿perdedor? Henríquez Guzmán, dejé de pensar en el sistema democrático al estilo mexicano como solución a los problemas nacionales.

En esa elección el general Henríquez Guzmán resultó beneficiado al aceptar su derrota: se convirtió en el más importante contratista del gobierno. Algo así como Josefina Vázquez Mota, pierde y resulta que además de una buena hojalatería personal, consiguió un financiamiento de más de mil millones de pesos para una fundación que no se conocía.

Aceptó su pérdida, no hizo reclamos y recibió su recompensa. Ni siquiera la denuncia de ese obscuro, tenebroso manejo de fondos ha sido suficiente para que la señora y sus financieros en el gobierno federal,  expliquen dónde, cómo y cuándo fueron aplicados dineros presuntamente destinados a la atención de los mexicanos en el exterior. Por cierto, más recursos que al órgano oficial asignado a tal tarea.

En las sucesivas elecciones que me tocó atestiguar y ya participar, me encuentro con que un partido controla los tres poderes. Y desde ahí diseña el futuro de los mexicanos pero sin que éstos participen en forma alguna, ni siquiera con disimulada consulta.

Así, cuando la presión de la opinión pública exterior era insoportable, inventó diputados de partido, ésos que concedía a cada grupo minoritario y que en votación directa, como sigue pasando, no alcanzarían ni un huesito en las cámaras.

Previo, legalizó los partidos de izquierda a los que se perseguía con una saña tal, que cuando había una manifestación ocupaban oficinas de comunistas, socialistas y toda suerte de istas donde vigilaban toda la noche a los temibles opositores, incluyendo personal de limpieza o administrativo que estuviera presente al momento del allanamiento. De risa, en verdad.

Hoy, esos viejos luchadores usan métodos incomprensibles, como encuerarse en la Cámara Baja en protesta por lo que sea. No van a legislar sino a hacerse notorios.

De todo este relajo quedó el PRI como escuela nacional de cuadros –de allí surgen todos los líderes de oposición—y entronización de una casta de huesófagos que treparon al carrito de la antigua revolución para no dejar de vivir del cuento.

Cuando sus hijos crecieron, inventaron la sucesión intrapiernosa: la nobleza criolla entrega escudos de armas a su descendencia aunque conserva los cargos obtenidos con una vida de sacrificio por el pueblo. Lo merecen…

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GG