Desamparo internetero…

 

El señor Trump, nuestro actual punto de referencia, tramita un procedimiento legal para intervenir las cuentas de los usuarios del internet, con el propósito declarado de saber con quiénes se conectan y con qué temas se manejan los titulares de las cuentas. Se trata de estar listo antes del próximo noviembre para imaginar estrategias que […]


El señor Trump, nuestro actual punto de referencia, tramita un procedimiento legal para intervenir las cuentas de los usuarios del internet, con el propósito declarado de saber con quiénes se conectan y con qué temas se manejan los titulares de las cuentas.

Se trata de estar listo antes del próximo noviembre para imaginar estrategias que anulen a quienes podrían votar en contra de la reelección del hombre zanahoria. Las cuentas que supuestamente intervendría están identificadas con el Partido Demócrata.

El asunto no es menor y no puede quedar en un incidente lesivo al sistema electoral vigente en Estados Unidos donde no gana quien obtiene más sufragios ciudadanos (caso de Hillary) sino quien obtiene mayor número de Colegios estatales. Cada entidad tiene asignado un número determinado de votos y en esa razón es que puede subirse al carro del triunfo un impresentable como el actual.

En su aferramiento por la Casa Blanca, Donald Trump se está equivocando. Voluntarioso, sin memoria ni registro histórico de ninguna índole, inculto natural… un Fox sin botas vaqueras de charol igualmente sin ideas pero repleto de ocurrencias que llevan a los ciudadanos gringos al hastío y a un descontrol sólo aplaudido por activistas o militantes de organismos de corte fascista: Ku Klux Klan o cabezas rapadas neonazis.

Para la tradición, el prestigio de la cultura democrática estadounidense (en la que personalmente no creo) lo que está haciendo el ocupante de la Sala Oval causará una inconformidad masiva. Los Republicanos, que en esta ocasión deben ser los beneficiarios de la maniobra, comienzan, a manifestarse inquietos ante lo que consideran digno de una nación bananera, pero no de la Tierra de los Libres, Cuna de la Democracia, de su democracia, obvio.

Para los mexicanos este puede ser un motivo más de inquietud. Si observamos la actitud complaciente de don Peje hacia su homólogo gringo, no hay que dudar que le surja en cualquier momento la pretensión de control o vigilancia de las redes sociales.

Es evidente que no cuenta con personal capacitado para la difusión correcta de sus mensajes. Y que dentro de su círculo íntimo hay quien pretende el control de los mensajes oficiales. De allí la intención de “centralizar” todo boletín, todo comunicado con las labores del gobierno.

Pocos pasos más y tendrán el manejo de las redes. La cuestión es, si como al norte se hace legalmente, o si como acostumbramos, “por obra y gracia del dedo del Señor”.