Desesperación de damnificados, ¡cuidado!

 

La gravedad de los terremotos se alcanzó a dimensionar apenas hace unos días


La gravedad de los terremotos de septiembre se alcanzó a dimensionar apenas hace unos días. El profundo shock, el impacto de ver perdido todo el patrimonio aún no termina de ser entendido, digerido vamos, por quienes aún viven en camellones teniendo enfrente el edificio de departamentos que fue el cofre de su vida, de sus alegrías, tristezas, triunfos y derrotas, pero al fin y al cabo, su fortaleza, su castillo, su refugio.

Sin embargo, la larga lista de los inmuebles por demoler está en proceso. Los trámites de evaluación de estructuras, de dictamen técnico del estado en que quedaron los edificios habitacionales, avanzan muy, pero muy lentamente. Si acaso en algunos edificios, deshabitados desde el 19 de septiembre, con sus moradores viviendo en carpas a modo de cuartos de muros movidos por el viento, Protección Civil, les permitió entrar–mediante una grúa que los introduce por 15 minutos a cada uno– sólo uno por departamento, para que rescaten lo que puedan de manera pausada. Sin correr. En maletas, bolsas, en costales y además, sin mucho peso, esto hace un capítulo más de la historia de cada uno que ya se empiezan a desesperar.

Y no es para menos. Ningún funcionario del Gobierno Federal o de la CDMX está en esas condiciones. Esperando peritajes que nunca llegan. Información sobre el destino del inmueble afectado que tampoco nadie da.

Es comprensible la angustia mezclada con coraje, no contra la naturaleza, con la que nada se puede hacer, pero sí, con autoridades que sean de Gobernación o delegacionales, o del Gobierno capitalino que han descuidado sus obligaciones.

Ya llegaron las cosas a lo irracional, como el conductor de una camioneta pick up blindada y de color rojo que echó el vehículo contra padres y niños que se manifestaban porque no hay escuelas listas a más de dos meses de la tragedia. Golpes con la policía que acudió a rescatar al irresponsable sujeto que primero se dijo ministerio público y luego empresario, pero al que esposaron eso sí, los policías. Ver las escenas de violencia con mujeres enardecidas enfrentándose a granaderos que ahí parecían muñecos de trapo con casco, a los que a puñetazos, pedradas, no se digan mentadas de madre y rasguños, los movían de un lado a otro.

Es muy peligroso que la desesperación se convierta en rabia y en manifestaciones violentas. Para evitarlo, en ello trabajan las autoridades, sólo que hay que ver que los fenómenos telúricos rebasaron a las autoridades federales y locales en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla y a la que menos, Tabasco.

La Suprema Corte recupera confianza

La separación del cargo de un delegado en la capital y la amenaza casi hecha realidad de cesar a la secretaria de cultura del Gobierno Federal, Cristina García Cepeda y al delegado en Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, que cumplieron las órdenes de reinstalación de empleados en plena cuenta regresiva para ser despedidos, ha dado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación un nuevo aire de credibilidad y confianza.