Duelo en O.K. Pyongyang

 

Son dos pistoleros enfrentándose en un salón llamado planeta Tierra


Cada vez que oigo vociferar al líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, y cada vez que veo al pistolero más rápido de Queens, quien ahora despacha desde la Casa Blanca, pero se la pasa viviendo de club de golf en club de golf; me da la impresión de que todo eso es como un cómic del lejano oeste.

Ellos son dos pistoleros enfrentándose en un salón que es el planeta Tierra, donde lo que pretenden no es que uno dispare contra el corazón del otro –aunque si eso sucediera hasta sería una manera de profilaxis social–, sino que están intentando disparar en el corazón y en el cerebro de todos nosotros simplemente porque ellos en el mejor de los casos son incapaces o están afectados por alguna enfermedad mental.

El mundo tiembla y mi único consuelo al menos con Estados Unidos es saber que si bien sólo la indicación presidencial puede dar la orden hasta que ese momento llegue, todo el ejército estadounidense tiene que intervenir para verificar cada uno de los códigos y siempre hay una manera de hacerlo.

Por ejemplo, si en una noche de aburrimiento Donald Trump sin estar inspirado por el pájaro azul para pasar a la historia a través de algún tuit que nos ponga a temblar, decide que hay que pasar de las palabras a los hechos y entonces saca el maletín nuclear y lo activa, el general John Kelly y los que lo rodean no se lo permitirán.

Pero hay otro problema, porque a diferencia de Trump de quien sabemos que está respaldado por los Kelly, los Mattis y los Mnuchin, desconocemos por completo quiénes son los que rodean al líder norcoreano.

¿Acaso su abuelo? ¿Su padre? ¿Quién le recita al oído antes de hacerse el corte de pelo que tanto le caracteriza? ¿Cómo tiene que salvar el honor de los pueblos oprimidos por el capitalismo mundial? ¿Quién habla con él, suponiendo que tiene alguna capacidad para escuchar? Realmente hay situaciones en las que una guerra preventiva tiene sentido, pero en esta ocasión o China lo anula, o será el responsable de la destrucción y del holocausto que ya se va anunciando con días de fuego y furia.

Y es que, todo esto ya ha dejado de ser un juego dialéctico y se ha convertido en un peligro real en el que no hay más remedio que aceptarlo y buscar la solución, porque me temo que la amenaza de que el líder norcoreano decida hacerse independiente de Pekín, ya es más fuerte que nunca.

En ese sentido, lo inteligente es transferirle la responsabilidad a quien la tiene. Es la hora de Xi Jinping, es la hora de Pekín.

@antonio_navalon