El arte viajero

 

Con Echeverría se decidió facilitar a los artistas que cumplieran con sus deberes hacendarios


Informa Concepción Badillo, periodista saltillense casada con uno de los más notables periodistas internacionales, Bernard Debusman, residentes en la capital gringa hace ya algunos quinquenios:

“En la primera vez que viaja a Nueva York una pieza de tanta importancia del barroco mexicano, el famoso Metropolitan Museum of Art, en Manhattan, exhibe actualmente la valiosa pintura, Moisés, la Serpiente y la transfiguración de Jesús obra que Cristóbal de Villapando terminó en 1683 y que nunca había salido de la Catedral de Puebla.

En el MET también otras 10 obras del mismo artista que por primera vez se ven en Estados Unidos y que son parte de la llamada Colección Privada de la Nación Mexicana”.

De paso, Bernard cuenta los reconocimientos más importantes a la prensa internacional y ha sido testigo, in situ, de la guerra intervencionista de Estados Unidos en el Cercano Oriente.

Dicho lo anterior, volvamos a las pinturas.

Durante la administración de Luis Echeverría se decidió facilitar a los artistas que cumplieran con sus deberes hacendarios. Así, se decidió que en lugar de efectivo lo correspondiente a los impuestos, lo hicieran con la entrega de obra.

Principalmente pinturas, fueron enviadas a embajadas y consulados, donde eran la exposición permanente de los principales creadores del país.

Pasó de noche el tema, se olvidaron los pagos en especie, y las pinturas quedaron en nuestras representaciones en el exterior. La verdad o era mala la idea, pero…

Años después algunas de esas obras admiradas en la embajada en Moscú, o en Viena, Bogotá, San Salvador y no recuerdo en cuántas más, las volví a encontrar en paredes de ciertas residencias.

Aclaro que lo mismo eran diplomáticos que ex funcionarios de la etapa echeverrista. Envidia de la mala porque nunca hubo un registro formal de las obras a cargo de cada representación. O al menos un registro burocrático sólo, según amigos beneficiarios de tales obsequios impensados, un papel-responsiva mencionando obra, autor, fecha de creación, fecha de depósito, nombre del recipiendario y ya.

Atrás de tan amplia apropiación de obras de arte, permeaba el criterio de que “mejor me las llevo, porque los que vienen son muy ladrones y se las van a robar”. No es broma, es una de las premisas bajo las que se actúa en el sector público y de eso hay muchos ejemplos. Quizás en algún momento podamos referir varios casos que me constan.