“El beato Sebastián de Aparicio”

 

El 13 de junio de 1575 profesó sus votos y fue destinado al convento de Santiago de Tecali


En México conservamos el cuerpo del muy querido beato Sebastián de Aparicio, que se mantiene incorrupto, tras más de 400 años de muerto, dentro de un féretro de plata y cristal en la iglesia de san Francisco de la ciudad de Puebla de los Ángeles.

Sebastián nació el 20 de enero de 1502 en España.

Hijo de Juan Aparicio y de Teresa Prado, fue el tercero y único hijo varón. Sobrevivió la epidemia de peste negra, y luego de viajar por España desempeñando varios trabajos como labrador, se embarcó rumbo a Veracruz, en 1553.

Luego de trabajar durante dos años en Veracruz, se instaló en Puebla de los Ángeles.

En 1542 cambió su residencia a la Ciudad de México. Diez años después se hizo hacendado de varias tierras en Azcapotzalco, Tlalnepantla y Chapultepec, y fundó la hacienda de San Nicolás.

En 1562 se casó, pero su esposa murió un año después. Dos años más tarde volvió a contraer matrimonio, pero su segunda esposa falleció a los ocho meses. No tuvo hijos.

Luego de varios meses decidió ingresar a la orden de los Frailes Menores y se dio como Donado en el convento de Clarisas para atender como sirviente las necesidades del convento.

El 13 de junio de 1575 profesó sus votos y fue destinado al convento de Santiago de Tecali –cerca de Puebla– donde desempeñó oficios de portero, cocinero, sacristán, hortelano y limosnero, cargo que le hizo volver a las carretas para recorrer los poblados aledaños a la ciudad de los Ángeles, recolectando semillas, verduras, frutas y todo lo que sus pobladores le donaban para el sostenimiento del convento.

Murió el 25 de febrero del año 1600. El 17 de mayo de 1789 fue beatificado por Pío VI.

Su proceso de canonización está abierto y se cuenta con 968 milagros documentados en la Causa.

Sebastián de Aparicio es el Patrono de camineros y transportistas, y siempre es muy bueno encomendarse a su tutela.