El factor Duarte de Ochoa

 

De pronto se les apareció La Caja de Pandora con todos los males posibles


Javier Duarte de Ochoa es uno de los hombres más afamados en los registros periodísticos de este país. Juan Manuel Portal, auditor superior de la Federación, fue quien mencionó por primera vez los faltantes en el gobierno de Veracruz. Javier Duarte se encuentra a salto de mata y es buscado por todas las policías del país, pero en su momento nadie hizo caso al auditor superior en las estructuras del poder, pese a las evidencias que estaba aportando.

Duarte fue llamado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para señalarle que tenía que separarse del gobierno porque estaba afectando severamente el desarrollo de las campañas políticas del PRI para la elección de gobernador, Congreso y presidencias municipales, pero el veracruzano señaló que podían hacer lo que quisieran, porque también saldrían las cantidades de dinero que aportó para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Ese fue su mayor escudo al buscar impunidad, y se lo creyeron, es más, fue el mismo Javier Duarte quien los acorraló con la amenaza de dar a conocer el monto aportado a las campañas del tricolor. Los priistas perdieron la mayor parte de las gubernaturas en disputa, y de pronto se les apareció “La Caja de Pandora” con todos los males posibles. El problema es que cada día que pasa, las cosas se complican más, y lo más probable es que la popularidad presidencial descienda por debajo de los cinco puntos en las siguientes semanas.

César Duarte, Rodrigo Medina, Guillermo Padrés Elías, Ángel Aguirre Rivero, y muchos más, palidecen ante el monto que sustrajo el señor Javier Duarte de Ochoa, lo cual no quiere decir que merezcan un castigo menor, por el contrario, tienen que pagar con cárcel todas sus tropelías cometidas al disponer impune y arbitrariamente del dinero de sus gobernados. Claro está, siempre y cuando quienes gobiernan este país tengan una pizca de vergüenza.

El primero de ellos, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, solamente se ha dedicado a contemplar la forma en que sus colaboradores disponen de las rentas públicas sin el menor asomo de remordimiento o pudor. Estamos ante la generación de políticos más voraces de que se tenga memoria, y pese a que nuestro marco de derecho establece severos castigos a quienes realizan este tipo de actos, no pasa absolutamente nada.

De no hacer algo pronto, el propio Enrique Peña Nieto comenzará a sentir en carne propia los reclamos de sus correligionarios que lo llevaron al poder, y que ahora son estigmatizados como ladrones y corruptos.

El factor Duarte de Ochoa ha dañado no tan sólo a quienes ocupan las estructuras superiores de los gobiernos priistas, sino también a quienes desde la simple militancia construyeron las victorias que están a punto de caer. Y todavía faltan los efectos de otro de los mayores ladrones de la historia del país: Roberto Borge Angulo. Al tiempo.

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GG