El lenguaje de los problemas

 

Seguimos teniendo un gran problema con los conceptos y con el enfoque


Ahora entre el mal humor social y el hecho de que “las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho”, llegamos a otro momento presidencial que conviene no dejar caer en saco roto.

Y es que, estamos viviendo un panorama económico incierto a nivel internacional, sin embargo, en nuestro país aún no tenemos crisis económica.

Aunque no sólo se trata de que cada uno manifieste su apreciación natural de lo que es una crisis, sino que ahora ante la negociación que está por venir el próximo 23 de febrero con la visita a la Ciudad de México de los secretarios de Estado y de Seguridad Interna de EU, Rex Tillerson y John Kelly, seguimos teniendo un gran problema con los conceptos y con el enfoque.

Porque tal vez para los tecnócratas sea suficiente con discutir cuánto va a significar el hecho de que alguien como Trump logre entender lo que representa un Tratado de Libre Comercio justo para su país, sobre todo teniendo en cuenta que nos considera una especie de epidemia que sólo debilita al imperio del norte.

Pero lo que es cierto es que ya no se puede tener un nivel de interlocución más alto, donde además el verdadero problema reside en identificar la diferencia entre la crisis y la incertidumbre para saber a dónde queremos llegar.

En ese sentido, si lo que queremos es negociar y que nos vaya mejor de lo que ellos esperan, entonces la mitad de la negociación sobra. Pero si lo que queremos es negociar desde una posición que considere una agenda tan grande, tan completa y tan compleja como la que tienen ambos países, eso terminará por convertirse en una locura al intentar abrir todos los procesos a la vez.

Primero, porque el proceso comienza desde el rechazo, el dolor, la ofensa y el menosprecio. Y segundo, porque nuestros gobernantes –los que juegan con las palabras– tendrán que decidir desde dónde quieren negociar, si desde el mismo nivel o desde una posición en la que sólo buscarán que se les haga el menor daño.

Que el pueblo de México no saliera a las manifestaciones no quiere decir que ya no se sienta humillado y preocupado por lo que está pasando. Por lo tanto, creo que más allá de los juegos dialécticos y de las buenas voluntades –que no pongo en duda–, es menester hacer un gran trabajo y establecer objetivos para saber desde dónde impulsaremos la negociación.

Porque ¿qué más da que la incertidumbre se convierta en crisis? Sobre todo cuando no es un problema de palabras, sino de perspectiva y en ese sentido la negociación sólo se puede hacer desde dos enfoques: desde abajo y mereciéndose la ofensa y el insulto o como iguales y sabiendo que ellos también tienen mucho qué perder.

Twitter @antonio_navalon

GG