El dolor de Paulina

 

La pequeña sinaloense falleció exhausta, por un colapso cardiorespiratorio


Entre 28 y 36 kilogramos. Eso es lo que deben pesar las niñas de 10 años, según su estatura.

Pero Paulina María se estancó en el equivalente al año y medio. Murió pesando 10 kilogramos, aportados por la masa de su esqueleto, básicamente. Su historia estremece a todo México y pone bajo la lupa a las autoridades estatales de Sinaloa y de manera particular de Mazatlán, donde Paulina María enfrentó, con sus hermanos y en la orfandad, la mayor de las miserias. Suponiendo que la niña dejó de comer súbitamente. Su agonía habría demorado 70 días, según especialistas. A partir de la sexta hora sin comida, el organismo de Paulina María acabó con la fuente de glucógeno, lo que provocó aumento en la sensación de hambre y mal humor. Posteriormente, el déficit de carbohidratos provocó que su cuerpo comenzara a “comerse” su propia grasa perdiendo concentración, memoria y reflejos. Pasadas 72 horas, el alimento se fue del tejido muscular.

Ya completamente “raquítica” entre las semanas uno y dos empezó el daño a de órganos vitales y al sistema inmunológico que pusieron la vida de Paulina María en manos de cualquier enfermedad oportunista. A partir de la tercera semana sin alimento, el agotamiento del organismo se agudizó hora tras hora. La pequeña sinaloense falleció exhausta, por un colapso cardiorespiratorio.

Pero, el león no es komo lo pintan y en este caso, la condición general del cuerpo revela que la falta de alimento no fue repentina sino gradual. Paulina María nunca tuvo una oportunidad. Evidentes, espeluznantes errores y omisiones en la localización y atención de personas vulnerables escribieron su final. En mayor o menor grado 51 millones de Paulinas sufren hambre o malnutrición, según el Coneval. ¿Cuál será el daño? Hasta dónde, hasta cuándo.

@MarioALeon