El mal menor

 

Estoy seguro de que la experiencia del “Russiangate” se aclarará


Donald Trump dijo en Twitter que cuando la CIA le informó a Barack Obama que los rusos estaban interviniendo el proceso electoral, no hizo ni dijo nada porque estaba convencido de que su candidata, la demócrata Hillary Clinton, ganaría las elecciones.

Obama manifestó en su momento que la estabilidad democrática impedía interferir en la elección denunciando algo así, y es que de hacerlo podía interpretarse como una manipulación de su parte en el proceso.

Cualquiera de los dos enfoques es peligroso y sobre todo demuestra la gran debilidad en términos tecnológicos y defensivos que tienen los gobiernos actuales.

Y es que no estamos hablando de una crisis en un estado del sur, porque lo que estamos presenciando es una grave crisis de confianza, injerencia y manipulación del proceso electoral presidencial de la primera potencia del mundo.

Esta situación debe servir como ejemplo para entender que todos estamos viviendo unos tiempos en los que el control ya no está en las mismas manos que conocíamos.

Hemos crecido y le hemos enseñado a nuestros hijos que es muy normal que nos espíen y que nos abusen. Hemos crecido y hemos enseñado que el poder de los gobiernos es casi infinito. Sin embargo, ahora todos los gobiernos –incluido el estadounidense– son muy débiles frente al verdadero gobierno que hoy domina al planeta Tierra y ése es el de la tecnología.

Lo que no consiguieron las bombas nucleares, ni las guerras de baja intensidad que acompañaron el devenir del mundo en los últimos años desde la Segunda Guerra Mundial, ahora lo están consiguiendo el software, los chips y nuestra manera de vivir donde todo se hace de manera virtual y digital.

Aunque hay algo que no es conveniente olvidar porque detrás de cada avance, de cada celular y de cada Internet hay otra tecnología superior capaz de espiar, controlar, observar y seguir. Y a pesar de que no sabemos dónde, cuándo o hacia quién se dirige, lo que sí nos ha quedado claro es que de ella no se escapan ni los propios presidentes.

Estoy seguro de que la experiencia del “Russiangate” se aclarará. Aunque desconozco los costos políticos o incluso penales que tendrán que pagar algunos miembros de la administración actual.

Pero entre todo eso, lo que considero como el eje más preocupante es que hoy en día cualquier Putin, cualquier dictador en Pyongyang o cualquier presidente democrático puede, como en las películas que vimos durante el siglo pasado o como lo imaginó Orson Welles, controlarlo todo, alterarlo todo, desvirtuarlo todo y acabar con los sistemas democráticos como nunca antes lo pudieron hacer las guerras y las armas.

Twitter @antonio_navalon