El otro ladrón

 

El momento en que nuestros gobernantes decidieron convertirse en ladrones


Los mexicanos de estos tiempos tenemos un problema muy grave: no hemos logrado identificar el momento en que nuestros gobernantes decidieron convertirse en ladrones y comenzaron a saquear las arcas, y después a disponer del patrimonio de todos nosotros.

Los nombres los conocemos todos: Javier Duarte de Ochoa, quien organizó un saqueo de más de 35 mil millones de pesos en Veracruz. César Duarte, quien hasta un banco compró con el dinero de las arcas del gobierno de Chihuahua. Guillermo Padrés Elías, quien enfrentará, al igual que su hijo mayor, un proceso que lo mantendrá privado de la libertad al menos un par de años. Y si es declarado culpable, pasará otros 10 años en la cárcel.

Ni que decir de Rodrigo Medina, quien gobernaba Monterrey y pernoctaba todos los días en territorio estadounidense temeroso de esa delincuencia que nunca pudo controlar. Pero también buscó asegurar que no pasaría precariedades una vez que concluyera su mandato, y desapareció una buena cantidad de dinero público. Los hermanos Moreira también están acusados de lo mismo, pero hay que decir que no igualan el récord de Javier Duarte de Ochoa.

Existe otro personaje que quizá logre superar la hazaña del veracruzano, y no porque se haya quedado con tanto dinero en efectivo, pero la Auditoría Superior de la Federación señala que en tres años acumuló dos mil 400 millones de pesos en irregularidades, y mil 713 millones de pesos en transferencias no comprobables.

De este último rubro, mil 400 millones de pesos corresponden a la cuenta pública de 2013. Y ni hablar de los mil millones de pesos que erogó en viajes de avión para llevar a sus amigos y amigas a los juegos del equipo Barcelona cada 14 días, y a las juergas que organizaban después.

Lo peor de todo es que el bendito señor Borge enajenó 95 millones de metros cuadrados de tierra con un alto potencial turístico. Esto quiere decir que esas nueve mil 500 hectáreas que vendió, y que son patrimonio de los quintanarroenses y los mexicanos, pasarán a producir una brutal riqueza entre sus amigos y familiares.

Tarde se le está haciendo al presidente Enrique Peña Nieto para iniciar un proceso penal en su contra. Muchos dirán que no es facultad del Ejecutivo sino de las autoridades locales, pero lo cierto es que en un sistema presidencialista como el nuestro, el Ejecutivo siempre ha estado al pendiente de la defensa de los intereses de la nación, y que yo sepa, Quintana Roo es parte importante de esta nación. Por otra parte, la amistad se termina cuando se traiciona la confianza, y Roberto Borge traicionó su confianza y a los quintanarroenses. Es el momento de las definiciones. Al tiempo.