El stand up de la política…

 

Los tres abrieron las hostilidades, sin propuestas o programas


Existe un programa en la televisión mexicana copia de los que en Estados Unidos tienen tantísimo éxito: un señor que se supone gracioso, parado ante un público con cara de aburrición mortal, el ambiente de bar clandestino, un foro mugroso o poco lucidor, y un sujeto o una sujeta parado sin apoyo, diciendo barrabasadas, haciendo carantoñas y manoteando. En Estados Unidos el tema predilecto es la política del momento con mención de nombres y cargos.

El programa se llama Stand Up y a los participantes les dicen estanduperos; en México decidieron hacerlo en grandes espacios y con muchísimos espectadores, acarreados la mayoría, pero salvadores de la imagen pública del actor.

Nuestros comediantes probaron el estilo de los pastores gringos: con un papel en la mano, se paseaban y usaban el documento para enfatizar los argumentos. En ocasiones bajaban de su pedestal y caminaban entre el público para dar la sensación de cercanía… así lo pensaban Enrique Peña Nieto, Nuño o Chong. Hoy, cambiaron a nuevos estilos…

Estamos en campaña presidencial, algo que los ausentes mentales del INE no han advertido. A López Obrador le tienen terror y no se atreven a molestarlo por sus violaciones y el uso de las prebendas partidarias; igualmente, el panista Ricardo Anaya (o gandaya, dicen en su partido) y el tricolor José Antonio Meade.

Los tres abrieron las hostilidades, sin propuestas o programas, con insultos y descalificaciones, entre los que sobresalen, por inocentes, los de AMLO: pirruris y blancos por falta de sol, fue el calificativo que endilgó a sus contrincantes.

La expresión inicial la hizo famosa un cómico, “el chavo de la Ibero”; la segunda, recuerda Francisco Báez, es de Pedro Ferriz Santacruz, quien decía que Manuel Clouthier era extranjero, Carlos Salinas de Gortari criollo y Cuauhtémoc Cárdenas mestizo, con odiosa carga racial.

Los opositores a López Obrador lo tachan de loco, mesiánico e ignorante. En ninguna fallan, mientras que a Anaya lo exhiben porque se niega a explicar la fortuna familiar. Le cargan la mano recordando a su familia fuera de este país, del que tampoco quiso saber sobre educación: sus hijos son anglohablantes.

Meade no se escapa: mencionan 20 años de participación en las políticas económicas que hoy agobian a los ciudadanos de a pie.

Planes de trabajo, previsiones de gobierno, ninguno. Así serán las campañas y los 60 millones de anuncios políticos que nos endilgarán vía televisión y radio. ¡Dios nos agarre confesados!