En Cuautlalpan, acosado hasta Santiago Apóstol

 

Tiene presencia internacional por su fabricación de trofeos


El rumor corre: las fiestas en honor a Santiago Apóstol peligran; falta presupuesto. Los miembros del comité encargado de organizarlas recaban de puerta en puerta la coperacha de vecinos, avecindados y colonos para que el Santo Patrono del pueblo perteneciente al municipio de Texcoco reciba las celebraciones.

La Villa de Santiago Cuautlalpan ha resistido el embate de las inmobiliarias que han hecho del oriente del Estado de México su centro de operaciones. Los Reyes, La Paz, Ixtapaluca, Chimalhuacan, San Vicente Chicoloapan, han visto crecer centros de población en fraccionamientos que ya padecen falta de agua; deficientes servicios urbanos; saturación de centros educativos y vialidades, no sólo en horas pico; incremento de la delincuencia organizada, infame sobreprecio en el transporte infame…

Cuautlalpan tiene presencia internacional por su principal actividad: fabricación de trofeos y estructuras metálicas; es el tercer productor a nivel mundial.

Y para no perder contacto con la Divinidad, el 25 de julio de cada año celebra su feria anual en honor de Santiago Apóstol en la parroquia construida a finales del siglo XVIII; también, las fiestas de San Isidro Labrador el día 15 de mayo y de la Virgen de Guadalupe de la Carretera, el último domingo del año.

A las festividades de Santiago Apóstol concurren habitantes de las localidades de Cuautlalpan: Santa Mónica, Tepetlixpan, Santa Lucía y El Pino, y de quienes moran en las unidades habitacionales vecinas, enclavadas en Chicoloapan. A la misa principal le siguen “Las mañanitas”; los principales del pueblo y quienes se integran a las procesiones, engalanados, acuden devotos y dan gracias. A la parroquia no le faltan arreglos florales; la remozada plaza, cercada ya por puestos donde se expenden antojitos, algodones de azúcar, pan de fiesta de origen tlaxcalteca, juguetes, flores, luce el castillo de fuegos artificiales que habrá de asombrar a quienes lleguen al fin de la jornada.

Los cohetones estallan. Los visitantes recorren las calles de Cuautlalpan y adquieren chucherías, asoman al terreno ejidal donde los chamacos insisten en abordar los tradicionales caballitos del carrusel, las tazas, cochecitos, carros chocones, el dragón, y los papás se entretienen en el tiro al blanco o intentan ganar un premio al colocar las canicas en sus respectivos orificios; la lotería cantada atrae como novedosa novedad: Óscar Pliego mira a su padre llevar la batuta: en su papel de Gritón, explica a la clientela cómo llenar la tabla y gritar “¡Lotería!”

Los zaguanes se mantienen abiertos; las familias se afanan en la atención a sus invitados. El mole con pollo y arroz a la mexicana destaca, aunque le van a la par el pozole y carnitas de cerdo en taco, con tortillas recién salidas del comal y salsas de chile de árbol, cascabel, serrano… y gotitas de limón.

Además de los eventos religiosos, la fiesta incluye bailes, corrida de toros, quema de fuegos pirotécnicos que alocan a los perros: corren con la cola entre las patas, arriban a casa y se meten debajo de las camas: escuincles de porra, ya verán ora que se pase el jolgorio.

Enormes nubes trasponen la sierra volcánica: en este tramo presiden el Popocatépetl y la Mujer Dormida: Iztaccíhualt. No lloverá, el sol aguanta hasta las 20 horas, y el remedio contra la calor es una cerveza michelada: con abundante jugo de limón, salsa inglesa, sal y chile piquín en los bordes del vaso de cartón encerado, con hielos.

El sonido que atiza el ambiente en la feria de juegos mecánicos no obsta para que la familia platique a grito pelón y refresque el gaznate con el jugo de cebada aderezado, ahhh, y ya vendrán el mezcal o el tequila para el desempance.

El pueblo se mira uno al otro entretenido, endomingado entre las calles de puestos que pregonan pozole, enchiladas, buñuelos de harina bañados en azúcar o miel de maple; pambazos enchilados y rellenos con papas y chorizo frito en salsa de chile guajillo, con lechuga y crema de Chipilo.

La vendimia en su esplendor. La gente acudió a misa, se persignó ante el Santo Patrono, acudió al ruedo metálico y se entretuvo con los toreros, aclamados incluso desde las azoteas de las unidades habitacionales vecinas: la Ruana y Bugambilias: ahorraron el boleto, subieron mesas y sillas y fueron envidia de los que hicieron cola frente a la taquilla y esperaron turno para salir al finalizar la corrida, que allá por 1960 tuvo un cartel de lujo encabezado por el mismísimo Faraón de Texcoco, Silverio Pérez, Monarca del trincherazo,/ torero, torerazo, azteca y español;/ Silverio, cuando toreas, no cambio por un trono/ mi barrera de sol. Y también pasaron por aquí el Zotoluco y Rafael Ortega, matadores que los viejos del pueblo aún recuerdan aquí, mientras esperan…

¿Qué esperan? Casi nada: que los cueteros den candela al castillo, cumbre de los fuegos artificiales, joya de la corona con la que Santiago Cuautlalpan celebra a Santiago Apóstol y a sí mismo, a su esfuerzo, con el que han resistido a las inmobiliarias, a Antorcha Campesina que ya metió cuña en sus terrenos; a los cobradores del derecho de piso que han intentado asentarse; a la mancha urbana, que no cesa su marcha y han cercado al poblado y sus localidades; a las bandas criminales que asuelan los alrededores y elevan el número de asaltados incluso a las puertas de su casa, desde donde miran impotentes cómo los salteadores, orondos, se van en sus motonetas Italika.

La espera concluye, amenizada por una banda de aliento metal que ya se echó “Nereidas”, “La bala”, “Bésame mucho”, y los tirantes aguantan el incipiente chisporroteo que se transforma en líneas que los chinos indujeron para actuar sobre el estroncio y el nitrato de potasio y carbono y azufre, para deleite del ser humano, ahora en su acepción “cuautlalpenses”, esforzados seres que tras la cruda, volverán a sus cotidianas labores: elaborando objetos, trofeos, con los cuales se premia el esfuerzo de otros.

Al fondo, el contorno del apóstol Santiago se consume hasta desaparecer en el fuego de la malla donde se delineó… Como puede pasarle a la festividad por exceso de acosos y carencia de recursos.