Espíritu navideño con frío intenso

 

Los frentes fríos hicieron su aparición desde finales de agosto


Sientes que Nina, la minina, levanta la colcha, continúa con el edredón, la sábana, y lentamente se introduce hasta el vértice de tus piernas. Amodorrado, consultas el despertador: las 2 am; el frío cala con severidad inusitada, pa’ tus pulgas de friolento irredento. La piel se te eriza. Nina, como si nada: ya ronronea perdida en el sueño gatuno que nada interrumpe, ni cuando el despertador suena a las 6 pm. Te levantas y por la ventana del baño, luego de vaciar la vejiga, asomas: el viento gélido arranca lágrimas a tus ojos, los secas y miras hacia la calle: entre la densa niebla ves siluetas, las señoras van y vuelven de la lechería con su dotación: pese al frío, traen animada charla.

Los frentes fríos hicieron su aparición desde finales de agosto: el Servicio Meteorológico Nacional los define como zona de lluvia de diversas intensidades acompañada de viento fuerte, niebla o neblina y bajas temperaturas. Los estados norteños afectados por los cambios en el estado del tiempo apresuran medidas preventivas y difunden medidas para que sus habitantes preserven la salud. Los pobladores de las zonas más pobres del país, como siempre, son los más afectados: en Chiapas, por ejemplo, son vulnerables a heladas, frío y lluvias durante la temporada invernal 48 municipios de 10 regiones ubicadas por encima de mil 800 metros sobre el nivel del mar y 41 más con localidades apenas debajo de los mil 800 metros.

La ropa para esta temporada salió de clósets y roperos: suéteres, chamarras, cazadoras, quezquémetls, mañanitas, chales y rebozos; debajo del pantalón, los calzones de manga larga, sudaderas y pants de polar: tela térmica sintética que hace sudar hasta lo que no… Las bufandas para prevenir las enfermedades pulmonares impiden que los bigotes acumulen gotas de rocío y que los labios se resequen y cuarteen.

También cobijas, cobertores y edredones salen de su guarida en auxilio de los más friolentos integrantes de la familia, y más endebles: niños y ancianos, que en esta temporada atiborran consultorios y hospitales y salen con su dotación generosa de antigripales y expectorantes para atenuar los malestares propios de la estación invernal.

La demanda de cremas para el rostro y el cuerpo en general asciende, y si el presupuesto no da para mucho, recurrimos a la glicerina mediada con jugo de limón: así evitamos la resequedad en los miembros y evitará que nos clasifiquen entre los “manos de lagartija”, resecas a causa del frío y el viento.

En esta temporada son frecuentes las inversiones térmicas, que mantienen las partículas contaminantes en el valle de México; los aficionados al ejercicio físico para mantenerse saludables, deben abstenerse de sus prácticas para no exponerse a problemas respiratorios, los cuales se incrementan debido a las partículas dañinas que flotan en el aire.

Pero la temporada invernal remite no sólo a la prevención de las enfermedades que trae aparejadas: su lado amable se refleja en el mentado espíritu navideño, la espera del pago de aguinaldos, las cenas navideña y de año viejo, la renovación del guardarropa, la adquisición de regalos para los seres queridos, los brindis oficinescos que se propongan en la cantina preferida, salú, salú, salú…

El espíritu decembrino ataca desde múltiples frentes: la radio, la televisión y la interné con sus redes sociales que nos atiborran de tarjetas navideñas digitalizadas y mensajes de paz y armonía y amor al prójimo manifestado a través del consumismo.

Tiendas y almacenes, malls, incluso banquetas y transporte público, ofertan artículos propios de la temporada invernal, made in China o Taiwán. Ni como hacer que la virgen nos habla.

Navidad, Navidad, hoy es Navidad; con campanas este día hay que festejar. La gran urbe se moviliza y atiborra las zonas comerciales. Juguetes para Navidad y Reyes Magos desplazan a otras mercancías e imponen su fugaz pero lucrativo reinado, y aunque sea a crédito los consumidores abarrotan los centros comerciales, aunque luego anden tronándose los dedos para completar el pago de la mensualidad.

Hasta Nina la minina sale beneficiada: cuando el banco de niebla desaparece, te encaminas al mercado; traspones los puestos de heno, musgo, esferas para el arbolito navideño, figuras para el nacimiento (bueyes, burros, ovejas, guajolotes, pastores, el Niño Dios y sus padres José y María) y llegas hasta la pollería: medio kilo de hígados que la gata devorará durante la semana.

Pastores que a Belén queréis pronto llegar, seguid aquella estrella que allí ella os guiará.

Al pasar por la tienda de accesorios para mascotas, ves una camita adornada con motivos navideños, afelpada, mullida, se adivina cálida. Preguntas el precio, consultas el bolsillo; pides te agreguen el trajecito rojiblanco que Nina aceptará portar de mala gana durante la temporada invernal.

Así evitarás te despierte en la madrugada, cuando intenta acurrucarse entre tus webs. Regalo especial para ella: un ratón de cuerda, para que ya no te lleve aquellos que ocasionalmente caza en el patio del vecindario.