Estado demencial

 

Corea del Norte es una férrea dictadura como no podría serlo más


Al margen de la tormenta diplomática que en la coyuntura actual se ha generado por la ya acostumbrada belicosidad intermitente e imprudencia permanente del gobierno de Corea del Norte, en una perspectiva más global en el tiempo es imposible pasar por alto el hecho de que la existencia misma de este Estado es esencialmente demencial.

La Guerra Fría, es decir el periodo de rivalidad y confrontación entre el modelo democrático liberal capitalista de organización política, económica y social, y el modelo marxista leninista terminó hace ya casi 30 años con la victoria del primero sobre el segundo.

Sin embargo, en pleno 2017 sigue existiendo un Estado comunista que como todos los Estados comunistas en el pasado, ha demostrado y con creces ser un modelo fallido. En 1953 desde el punto de vista económico y político no había prácticamente ninguna diferencia entre lo que hoy son Corea del Norte y Corea del Sur. Hoy, en contraste, Pionyang es capital de un país extremadamente pobre, donde hay gente que muere de hambre y, sin embargo, el gobierno cuenta con armamento nuclear estratégico y con misiles balísticos de última generación.

El PIB per cápita de Corea del Norte es de aproximadamente dos mil 500 dólares mientras que el de Corea del Sur se aproxima a los 40 mil. No hay discusión. No hay debate. Las cifras son incontrovertibles en cuanto a cuál camino funciona y cuál camino no.

En lo político, Seúl es la capital de un estado democrático y en el que se respetan las libertades y los derechos humanos, mientras que Corea del Norte es una férrea dictadura como no podría serlo más, en la que no existen las libertades, de la que muchos quisieran escapar y en la que se ha producido una aberración ideológica a saber, una dinastía marxista leninista encabezada hoy por Kim Jung Un, que heredó el poder de su padre Kim Jung Il, quien a su vez lo heredó de su padre Kim Il Sung, fundador del país y abuelo del actual tirano norcoreano.

En suma, el hecho de que el gobierno de Corea del Norte haya sobrevivido hasta ahora constituye, sin lugar a dudas, el que quizá sea el más grande absurdo de nuestros tiempos.

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