FFF, barril sin fondo

Billetes. Foto: Cuartoscuro 

La Secretaría de Hacienda (SHCP) diseñó un truco llamado Fondo de Fortalecimiento Financiero (FFF), con la plausible finalidad aparente de auxiliar a gobiernos estatales en crisis


El arte de la política, en un país atravesado por la violencia, la corrupción y la impunidad, parece reducirse a la capacidad del prestidigitador financiero que logra extraer recursos públicos sin que nadie se percate o proteste, luego colocarlos bajo nombres de programas rimbombantes con la única finalidad de tener fortunas a la mano para lo que se ofrezca: compra de votos y propaganda electoral, enriquecimiento personal, lavado de dinero y otros delitos de cuello blanco.

Así ocurre con programas sociales, a los que se pervierte hasta convertirlos en una gran estafa maestra. La práctica escala a niveles internacionales en el caso de Petróleos Mexicanos, o lo que queda de esta vieja industria nacionalizada, cuando sus directores, con la venia presidencial, crean empresas off shore o filiales en Estados Unidos y Europa y asociadas con trasnacionales de los hidrocarburos, pero sin rendir cuentas del producto de sus alianzas construidas con dineros oficiales.

La Secretaría de Hacienda (SHCP) diseñó un truco llamado Fondo de Fortalecimiento Financiero (FFF), con la plausible finalidad aparente de auxiliar a gobiernos estatales en crisis, o con problemas, cada fin de ejercicio presupuestal. Por primera vez, siendo Luis Videgaray Caso el secretario de Hacienda, se introdujo este rubro del FFF para el ejercicio fiscal de 2016 dentro del Ramo 23 “Provisiones Salariales y Económicas”. Al mecanismo se le asignó un monto de mil 481 millones de pesos. Pero una cosa es la previsión y otra la asignación de recursos que ese 2016 alcanzó 62 mil 258 millones de pesos, escandalosa cifra 42 veces más alta que la aprobada.

Funcionarios de la SHCP deciden por encima de los diputados a los que correspondería establecer controles sobre este FFF. Estimaron para 2017 unos 3 mil 243 millones de pesos de ese fondo dentro del Ramo 23. Y otra vez Hacienda se despachó con la cuchara grande, pues gastó 55 mil 482 millones, que representan 17 veces el monto presupuestado.

En la segunda ocasión ya era secretario de Hacienda José Antonio Meade, por sus manos y revisión pasaron esas cantidades discrecionales de gasto que beneficiaron sobre todo a gobiernos priistas, muy particularmente el Estado de México, el cual recibió en 2016 más de 7 mil 206 millones y otros 8 mil 519 en el año electoral de 2017, más que ninguna otra entidad del país.

Zacatecas, Campeche y Tamaulipas fueron discriminados en 2016 con apenas 580, 415 y 129 millones, respectivamente; mientras que en “la cola” de las ayudas estuvieron en 2017 Nuevo León y Chihuahua, ambos gobiernos no-priistas.

Para 2018, año electoral con guerras sucias entre candidatos, con nubarrones de violencia contra aspirantes a alcaldías, con la perspectiva del descubrimiento de nuevos desvíos públicos de gobiernos estatales mediante empresas fantasmas, al estilo de los dos Duarte –Javier de Veracruz y César de Chihuahua–, el FFF ya calculó gastar 2 mil 537 millones de pesos.

Se trata de un ejercicio inútil, simulación de previsión presupuestal; pues ya se vio que no se respeta en absoluto el cálculo. Si así lo decide Hacienda, el monto podrá elevarse 50 veces a más de 100 mil millones, sin restricción alguna con total discrecionalidad, como ya ocurrió en 2016 y en 2017, con criterios electorales y sin que haya un escrutinio de tan ingentes recursos.

Las cuentas del barril sin fondo se revisarán en 2019 y en 2020. ¿Ya pa’qué?, diría mi compadre.