Frente: Margarita liquidó a Anaya; Mancera reposicionó posibilidades

 

Anaya tiene que dejar la presidencia del PAN para que el Frente recupere viabilidad


La política es una rueda de la fortuna, pero sostenida por vigas demasiado endebles: la renuncia de Margarita Zavala de Calderón al PAN liquidó las posibilidades de candidatura presidencial de Ricardo Anaya Cortés por el Frente Ciudadano por México y de modo automático reconstruyó la viabilidad de la candidatura de Miguel Ángel Mancera.

Los errores estratégicos de Anaya se le revierten: poco a poco fue anulando otras posibles candidaturas panistas –de Zavala y de Rafael Moreno Valle, sobre todo– y desalentó posibles candidaturas presidenciales del PRD y ciudadanas de alto nivel. Pero la renuncia de Zavala y las revelaciones de fortuna personal no clara dejaron al PAN sin espacio en la candidatura presidencial del Frente por México.

Del lado perredista existe la misma penuria de figuras y la única competitiva era López Obrador, pero éste se fue a fundar su propio partido, está colocado en las primeras posiciones en las percepciones electorales del 2018 y no quiere saber del PRD.

Por Anaya las posibilidades presidenciales del Frente se han colocado debajo de Morena; por eso es que las miradas se están dirigiendo hacia otro lado: de los únicos aspirantes con competitividad que estuvieron fuera de la disputa por el poder en el Frente sólo quedó Mancera. Y como dato adicional, no es perredista y cumple con la caracterización de ciudadano.

La viabilidad del Frente está en manos de Anaya, quien parece dispuesto a dinamitar políticamente al Frente para destruir sus posibilidades y culpar a los demás de la posible derrota. La candidatura presidencial de Anaya por el PAN-PRD-MC es, hoy en día, sinónimo de derrota.

Las posibilidades de Mancera no se quemaron porque no participó en los juegos maquiavélicos de Anaya y esperó con paciencia que las contradicciones en su liderazgo estallaran, porque al final de cuentas Margarita Zavala nunca iba a tener posibilidades de ser candidata del PAN-PRD-MC y porque su salida del PAN era previsiblemente una detonación en las bases políticas de Anaya.

El papel activo de Mancera en las primeras horas de los terremotos y la suerte de no tener aliados en las delegaciones capitalinas afectadas por la corrupción inmobiliaria le dieron posibilidades de desarrollar un programa de reconstrucción menos conflictivo. En casi dos meses podrá consolidar la reconstrucción, pero condicionado a que grupos perredistas capitalinos no decidan dinamitar el proyecto con mayor corrupción.

Las posibilidades de Mancera estuvieron siempre en la presencia de Alejandra Barrales en la presidencia del PRD y, por tanto, en la alianza y en el juego perredista de hacerse a un lado para que las contradicciones panistas dieran cuenta de las ambiciones de Anaya. La lógica de los estilos ambiciosos, atrabancados y perversos de Anaya no podía llegar a ningún lugar seguro.

Las posibilidades del Frente y de Mancera dependen de lo que haga Anaya: insistir en ser el candidato presidencial a pesar de estar condenado a la derrota por la fractura del PAN o hacerse a un lado para que Mancera asuma la candidatura; al final, siempre habría una posición de emergencia para Anaya: desde la candidatura al gobierno de Ciudad de México –si acaso su credencial de elector es local– o una senaduría.

Lo cierto que Anaya tiene que dejar la presidencia del PAN de inmediato para que el Frente recupere viabilidad; si se queda, entonces el propio Anaya sería el “tonto útil” –categoría leninista– del PRI.

Política para dummies: La política, ya se ha dicho, es la paciencia para ver el féretro del adversario pasar.

http://indicadorpolitico.mx

[email protected]

@carlosramirezh