Gasolina gratis

 

Un grupo muy numeroso, a rostro descubierto, detiene las pipas que transportan gasolina


El reporte, a cargo del ingeniero Alejandro Aguirre Aguirre, con sede en el rancho San Martín, de Cuyoaco, Puebla, es acompañado por una foto: en la autopista que va a Perote y de allí a Jalapa, un grupo muy numeroso, a rostro descubierto, detiene las pipas que transportan gasolina.

A menos de cinco kilómetros está una de las bases de la Policía Federal. Imposible que no se den cuenta de lo que sucede, pero prefieren hacerse los occisos para no despertar al león que trae adentro todo mexicano desde antes del gasolinazo.

Con botes y garrafas extraen el combustible, mismo que alinean en  la orilla de la carretera o suben a sus vehículos. Ante la perspectiva de ahorrar un poco algunos conductores preguntan a cómo darán el líquido.

Ofrecen ocho pesos por litro, pero la respuesta los deja pasmados: es gratis, no nos costó, señalan.

En esta zona al norte de la ciudad de Puebla, no ha habido de hecho protestas ni manifestaciones mucho menos violentas.

Las pocas gasolinerías que existen en la región trabajan sin mayores agobios. Pero eso no obsta para que se cuelguen de la oportunidad de darse a conocer como luchadores por el interés del pueblo.

Viene  2017 con elecciones municipales que abarcan Oriental, Libres, Cuyoaco y no sé cuántos municipios más. Los supuestos líderes regionales aprovechan la circunstancia y con su rostro al aire, sin tapujos ni máscaras se declaran defensores de la economía popular.

Como la zona es agrícola, difícilmente los habitantes entienden en qué les favorece o les perjudica este pleito por el precio de las gasolinas. Ellos piensan, y piensan bien, en el aumento a las tarifas del transporte y el incremento a los precios de los vegetales que consumen, directo, del mercado de Libres.

Para los dirigentes regionales el problema no se puede resolver  cerrando caminos o propiciando el desabasto de combustible, “necesario para las tareas agrícolas”, afirman, y para llevar entre pueblos y rancherías a los trabajadores.

Dicen que si en sus manos estuviera, pondrían clavos en las Cámaras de diputados y senadores, así como en las secretarías que participaron en este asunto. Sin olvidar, claro, a los partidos políticos.

Se les comenta que cuando se restringió la circulación en la capital, los funcionarios no sufrieron, se treparon en sus helicópteros y ya. Hacen gesto de disgusto y sueltan el comentario final: “o sea, no tenemos agarradera para joderlos como nos joden a nosotros”.

Pues no…